Una vez que la escuela o colegio cierra, que los estudiantes están en sus casas repasando temas, viendo televisión o navegando en la Internet, muchos profesores revisan tareas, exámenes o preparan las minutas del día siguiente.
El exceso de labores administrativas los obliga a llevarse trabajo a sus viviendas.
Por ello, durante las noches, días feriados o fines de semana también pasan ocupados.
Uno de estos ejemplos es Fernando Campos, quien da clases de Español en el colegio El Carmen de Alajuela.
“Mi jornada laboral es de entre 12 y 14 horas al día. Generalmente llego a la casa a trabajar, a resolver temas que quedaron pendientes, incluso me ha dado las 2 a. m. revisando exámenes”, apuntó.
Campos también tiene a cargo el grupo de baile folclórico del colegio, lo que le implica asistir a presentaciones en las noches.
Misma función. Su colega Leonor Morales Cueto, maestra de Religión en la escuela Salvador Villar de La Cruz, Guanacaste, también dedica horas extras en su hogar para preparar papeleos o revisar pruebas y tareas.
“El director a uno le exige en la medida que le exige el supervisor, y a él el director regional. A veces piden datos de hoy para mañana”, expresó Morales, quien tiene 28 años de dar clases.
Para los docentes, algunos de los informes que deben alistar son innecesarios y les quitan tiempo para formar a los alumnos.
Uno de los que tiene esa opinión es Donel Alvarado, profesor de Español en el Liceo San José.
“Cuando hay un problema de disciplina de un muchacho hay que hacer una investigación, recopilar datos, esperar el descargo del alumno y luego revisar lo recabado y después establecer la medida disciplinaria; es como un proceso judicial”, ejemplificó Alvarado.