
Las abejas no solo van a las flores batiendo las alas, también en vehículos de trabajo que las llevan de un sitio a otro, desempeñando una discreta pero crucial labor: mejorar la producción de alimentos.
Apicultores y productores de café, melón, sandía y otros cultivos establecen alianzas donde la mudanza intencional de colmenas juega un papel crucial en el rendimiento de los cultivos y la producción de miel.
La polinización realizada por las abejas es un servicio ecológico esencial para la producción de alimentos. Cuando las abejas se posan en las flores para recolectar néctar, su cuerpo se impregna de polen, el cual luego depositan en otras flores.
Este proceso de transferencia de polen es lo que permite que las flores sean fecundadas y den lugar al desarrollo de frutos.
En Costa Rica, esta actividad se promueve mediante la trashumancia de abejas, una técnica que implica trasladar colmenas de un lugar a otro durante semanas o meses, según el momento en que se espera la floración de los cultivos.
La trashumancia de abejas se desarrolla con éxito en Costa Rica gracias a la diversidad de microclimas y vegetación que proporciona floraciones en diferentes meses del año.
Ana Murillo Cubero, investigadora del Instituto Nacional de Innovación y Transferencia de Tecnología Agropecuaria (INTA) del Ministerio de Agricultura y Ganadería, explicó que cada año las floraciones de cultivos y vegetación comienzan en las zonas bajas, como las zonas costeras del Pacífico, donde los apicultores inicialmente ubican las colmenas.
Después de algunas semanas, las trasladan a zonas más altas, como Naranjo y San Ramón (en Alajuela), o a otras áreas del norte, donde se cultiva café.
“A muchos cafetaleros les gustan las abejas porque mejoran el rendimiento por hectárea. Si es melón, el trabajo de las abejas mejora la forma de la fruta, su dulzor y la cantidad de fruta. En sandía, lo mismo: esos dos cultivos necesitan polinización de manera forzosa”, añadió.
Alfredo Herrera Rodríguez, presidente de la Cámara Nacional de Fomento de la Apicultura, cuenta con una trayectoria de 42 años trabajando con abejas.
Según su experiencia, los apicultores y productores suelen trasladar las colmenas entre diciembre y abril, durante el verano, cuando no se aplican agroquímicos en los terrenos de cultivo.
En Costa Rica, Herrera Rodríguez señala que existen alrededor de 900 apicultores y unas 42.000 colmenas distribuidas en aproximadamente 2.000 apiarios. Del total de apicultores, unos 270 (30%) hacen trashumancia.
Una colmena típica tiene alrededor de 30.000 individuos en condiciones normales, pero durante la época de cosecha, en el pico de producción de miel, la cifra se dispara a 60.000.

¿Cómo se hace?
Vistas como unidades productivas, las colmenas se preparan para viajar con una adecuada ventilación y en condiciones de máxima seguridad.
El trayecto en vehículo ocurre de noche o en la madrugada para proporcionarles frescura hasta su llegada a los terrenos de los finqueros con quienes previamente se hizo el trato.
La colmena típica del apicultor se compone de partes móviles e intercambiables que suelen ser de madera. Tiene una estructura semejante a la de una caja en la cual hay 10 marcos donde los insectos construyen las celdas de su panal.
En cada pequeño cubículo hexagonal se crían las larvas que deposita la abeja reina, con la celda situada por debajo de la miel. Para acceder a la colmena, las abejas entran por un pequeño orificio llamado piquera en la base de la misma.
La reina es una de las tres castas de las abejas melíferas (Apis mellifera).
Es la única hembra fértil que pone huevos fecundados, los cuales dan origen a la casta de abejas obreras infértiles, así como a huevos no fecundados que dan lugar a los zánganos fértiles. Las abejas que se ven comúnmente sobre las flores son obreras, siendo la casta más numerosa de la colonia.
Cuando llegan a su destino, las colmenas se bajan y, una vez situadas, se les abre la piquera, lo que provoca que las obreras salgan de inmediato para hidratarse y localizar néctar en lugares donde hay floración. Ahí pueden permanecer estacionadas durante dos o tres meses antes del siguiente traslado.

Las colmenas se recogen al final de la tarde o durante la noche, cuando su actividad disminuye.
El truco consiste en llevarse la mayoría de las colmenas y dejar una para retirar en otro día. De esta manera, se recuperan las abejas que, al momento de retirar la mayoría de las colmenas, aún están en el campo.
“Una abeja que traiga néctar siempre es bienvenida en cualquier colmena, puede entrar en cualquiera”, explicó Herrera Rodríguez.
Esta continua mudanza de colmenas crea una alianza beneficiosa tanto para los apicultores como para los productores, estableciendo tratos remunerados con dinero o con miel.
Eddy Pérez Vega, de la empresa ApiCenter en Las Juntas de Abangares, destacó que cuando un apicultor brinda un servicio de polinización en un área específica, otras fincas cercanas también se benefician. Esto se debe a que las abejas tienen un rango de acción de hasta cinco kilómetros desde el lugar donde se contrató el servicio.
María Laura Arias Núñez, ingeniera agrícola de Fundecooperación para el Desarrollo Sostenible, explica que las abejas obreras polinizan durante todo el día, lo que asegura una mayor producción en cultivos como café, melón, sandía y otros, debido a su eficiencia.
En el caso de grandes extensiones de melón, por ejemplo, algunos productores suelen colocar hasta cinco colmenas por hectárea. Cada cierto número de días, las trasladan de noche a la siguiente hectárea para repetir el proceso.
Dado que esta labor es crucial para su actividad, contó que algunos finqueros pagan hasta $100 por colmena para garantizar tenerlas el tiempo necesario.
Incluso conoce ganaderos que las utilizan para polinizar maíz, sorgo y pastos forrajeros que luego se usan para alimento de ganado en la forma de bancos forrajeros.

Cuido
“Sin abejas no hay comida, así de simple”. La frase es de Andrés Aragonés Villalobos, dueño de Finca Ana en Sucre de San Carlos y productor de miel.
Para él, hoy es crítico crear conciencia sobre usos de plaguicidas y optar por sistemas de control de plagas y malezas de tipo natural por el beneficio general a la salud y a los productores y apicultores.
No obstante, beneficiarios indirectos de las abejas, como hogares, escuelas, colegios y comercios, pueden brindarles apoyo.
Él sugirió sembrar en jardines y patios plantas florales y tenerles algún tipo de recipiente con agua. Eso sí, hay que poner una tela o trozo de madera a flotar en el líquido para brindarles una plataforma donde posarse y así evitar que se ahoguen.
“No hay que rociarlas con insecticida si aparece un enjambre que, seguro, desaparecerá en unos días. Las abejas solo atacan si se sienten amenazadas. Si tiene una colmena instalada, no se acerque. Mejor, llame a los bomberos que las retirarán de manera segura; en especial para ellas”, aconsejó.
