El ajedrez es un juego que consta de 32 piezas distribuidas en dos equipos sobre un tablero de 64 espacios. Cada pieza tiene una función que se complementa con las demás, con el propósito de ganar la partida.
De igual forma, en la política cada pieza tiene un valor. En el caso de Humberto Vargas Corrales, no es arriesgado decir que es una ficha valiosa para el fundador del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), Rafael Ángel Calderón, y para el futuro del calderonismo.
Vargas es uno de los actuales estrategas del PUSC; promotor, junto con los empresarios Marvin Herrera y Fabio Chaves, del movimiento Convergencia Calderonista.
Formó parte del equipo que apoyó al director del Hospital Nacional de Niños, Rodolfo Hernández, como candidato presidencial.
De hecho, fue jefe de campaña de Hernández en los cinco meses que duró como aspirante presidencial.
De perfil bajo como una ficha de ajedrez silenciada por la aparente inmovilidad del tablero, esperó para hacer su movimiento cuando lo vio oportuno.
Su situación económica holgada le permite conectar al respirador de su chequera a un PUSC quebrado y endeudado.
“Él (Vargas) ha colaborado mucho con las finanzas del Partido y su trabajo comienza a tomar fuerza”, asegura el candidato a vicepresidente por el PUSC, Carlos Araya.
Esta injerencia económica también se traduce en la estrategia del partido, al punto de que su presencia incomodó a figuras consagradas del calderonismo.
Para impulsar la fallida campaña de Hernández, el PUSC echó mano de su colmillo político y conformó un comité de estrategia encabezado por el economista Jorge Guardia, los exdiputados Rolando Laclé, Danilo Chaverri y el exministro de Economía Gonzalo Fajardo.
Sin embargo, el grupo chocó con Vargas, que al decir de Guardia “tenía su propia estrategia”.
Tanto él como Guardia aceptan que este choque provocó la molestia de Hernández, quien renunció acusando traiciones internas.
La salida del médico tiene sumido al partido en una crisis que obligó a Rodolfo Piza, quien fuera el contrincante de Hernández, a asumir la candidatura presidencial.
Calderonista ‘colorado’. Gloria Bejarano, esposa de Calderón y actual diputada, dice que Vargas es un “trabajador que se ha hecho a base de su propio esfuerzo”.
Su relación con el calderonismo nace en medio del juicio contra el expresidente, en el 2007, por el caso Caja-Fischel. El abogado de Calderón, Juan Marco Rivero, fue el encargado de presentarlos.
“Me ofrecí a colaborar con él en lo que necesitara”, dice Vargas sobre Calderón.
A Vargas le gusta el ajedrez. Sabe combinar los movimientos y esto lo aplica tanto en sus negocios –es socio de Rivero en el desarrollo de proyectos inmobiliarios– como en la política.
En ese tiempo, durante el juicio por el caso Caja-Fischel, Vargas intentó construirle una nueva candidatura a Calderón, quien gobernó entre 1990 y 1994. Sin embargo, la condena por peculado contra el exmandatario, en octubre del 2009, le obligó a moverse de posición en el tablero del PUSC.
El mismo Vargas relata que el expresidente Calderón le pidió apoyar al hoy diputado Luis Fishman, quien emergería como el candidato presidencial para el 2010 ante la ausencia obligada de su líder.
Es allí cuando Vargas tiene su primera participación pública como el candidato a la primera vicepresidencia de la República por el PUSC, de la mano de Fishman, que se presentó al electorado como “el menos malo”.
Tras su participación en el 2010, volvió a sus negocios para reaparecer, como ya se dijo, en la campaña de Rodolfo Hernández.
¿De dónde vienen él y el dinero? Hasta 1992, Vargas trabajó como ingeniero en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). Ese año se acogió a la movilidad laboral.
Sin embargo, tenía como meta entrar en el proyecto del Hospital San Rafael de Alajuela.
Vargas elaboró los planos de construcción del centro médico, pero la institución decidió reconsiderar el proyecto, lo que en ese momento frustró sus planes.
El empresario demandó a la Caja y entabló un pleito que duró siete años. En el proceso, la Junta Directiva de la CCSS decidió someter la disputa a un arbitraje, que finalmente, le reconoció a Vargas el pago de ¢411 millones, informó la oficina de prensa de la entidad.
Según el valor actual, ese dinero equivale a ¢1.200 millones, lo que le sirvió de capital semilla para desarrollar proyectos inmobiliarios.
Es así como la Caja fue la plataforma para la riqueza de Vargas. Una institución creada bajo el gobierno de Rafael Ángel Calderón Guardia y un pilar de la lucha social del comunismo fue, a la postre, la base de la riqueza de un empresario hijo de comunistas y favorecedor de Calderón Fournier.
“El que sea empresario no quiere decir que lo vaya a desconocer”, afirma su padre, Humberto Vargas Carbonell, de 80 años y quien peleó con las fuerzas de la izquierda contra el levantamiento de José Figueres Ferrer, en 1948.
Hábil para los negocios, Vargas proviene de una familia donde se pensaba más en leer que en hacer dinero; sin embargo, le resultó capitalista a su papá comunista.
Como secretario del Partido Vanguardia Popular, Humberto Vargas Carbonell reniega de las ideas políticas de su hijo, aunque eso no afecte su relación.
De hecho, fue gracias a su padre que pudo estudiar Ingeniería en la Ucrania del bloque de la Unión Soviética, al final de la década del 70.
Allí conoció la calle, según dijo, pues el dinero no le alcanzaba y tuvo que ajustarse a una realidad del comunismo que no era la que le pintaba su papá.
“Cuando papá llegaba a la Unión Soviética, lo recibían como a un secretario general del Partido. Lo esperaban en limusina negra”, afirma Vargas.
Asegura que debía jugar dinero en partidas de ajedrez en los parques de la ciudad ucraniana de Odessa para redondear sus ingresos de becario y seguir estudiando.
Agrega que se volvió “capitalista” y que eso, sumado a su visión de desarrollo, lo hizo “calderonista”. Desde entonces, su ajedrez está en la política y los negocios.