La zozobra se dibujaba en sus rostros, pero un hálito de esperanza se sentía anoche en la casa del joven Carl Acevedo, piloto de la aeronave accidentada en el cerro Chato, en San Carlos.
Primos, hermanas y otros familiares del joven, de 22 años, caminaban inquietos de un lado a otro de la casa en Freses de Curridabat ansiosos de noticias. Y en medio del irremediable silencio en que terminaban los recorridos ayunos de novedad, se imponían las expresiones de profunda fe de doña Margit Nevermann, la madre de Carl.
"Yo sé que él está vivo, que está bien, porque Dios lo tiene con vida", dijo durante una corta entrevista con reporteros de este diario.
Con voz firme y pausada, doña Margit calaba en el ánimo de los parientes y allegados, quienes se mostraban reticentes al contacto con la prensa.
Esa incomodidad, por demás obvia en un momento difícil, se hizo evidente cuando la madre del piloto accedió a que se le hiciera una reproducción a una fotografía de su hijo.
"Él no está muerto para que le saquen una foto en el periódico", se escuchó en un extremo de la sala. Otra voz incisiva sentenció: "No me parece prudente, mejor no".
Cuando el tono y la frecuencia de los alegatos parecían intensificarse, una de las familiares anunció lo que tanto habían ansiado escuchar: "Oí las noticias y dijeron que los equipos de rescate oyeron a la tripulación pedir auxilio".
El semblante de los familiares de Carl cambió repentinamente, mientras doña Margit se mantenía serena y con voz queda pero clara sostuvo una vez más: "Tengo la fe muy positiva en Jesucristo".
Poco después, con la confianza que dan las buenas nuevas, la señora contó que su hijo, de quien dijo que salió de la casa ayer a las 6 a. m., es reconocido como un "piloto muy respetado y capaz".
Carl, agregó, tiene tres años de trabajar para SANSA (Servicios Aéreos Nacionales S.A.), empresa que forma parte del grupo TACA.
Indicó que, pese a su corta edad, Carl cuenta con un historial de vuelo "muy limpio", lo que le valió el ascenso al cargo de capitán de vuelos al interior del país.
Recordó que hace poco realizó una prueba para optar por un ascenso y en los últimos días se le notó muy optimista ante los posibles resultados.
"Estamos seguros que dentro de poco a él (Carl) lo van a llamar, de eso no hay duda", manifestó.
Una vez más y cuando los periodistas de La Nación se disponían a abandonar su casa, doña Margit convirtió en palabras la fe a la que se aferra en unión de sus dos hijas, al reiterar que volverán a ver a Carl muy pronto, animado, como siempre.