Montevideo. AFP. La Policía uruguaya ha recibido nuevas denuncias de muertes sospechosas tras el procesamiento con prisión de dos enfermeros por el homicidio de 16 pacientes, mientras las autoridades anunciaron investigaciones administrativas en los centros donde ocurrieron los asesinatos.
“Han llegado más denuncias. Se irán trabajando concretamente una por una”, dijo Ángel Rosas, de la Dirección General de Lucha contra el Crimen Organizado e Interpol, a cargo de la investigación.
El caso de dos enfermeros procesados el domingo por la noche por el homicidio de al menos 16 pacientes y de una enfermera como cómplice, horrorizó a la sociedad uruguaya –donde no hay antecedentes de casos de este tipo– y conmocionó al sector médico, especialmente en las dos instituciones donde ocurrieron las muertes.
Un aspecto llamativo del caso es que hasta ahora no se ha comprobado que los imputados –uno de los cuales confesó 11 asesinatos y el otro cinco– ejecutaran a sus víctimas en forma coordinada.
De todas formas, “los dos enfermeros y la enfermera en un centro de salud trabajaban todos juntos, así que se conocían”, dijo Rosas.
Según el juez de la causa, Rolando Vomero, los acusados indicaron que actuaron “porque no querían ver sufrir a la gente”, algo ratificado por los abogados defensores.
Sin embargo, tanto la Policía como las autoridades sanitarias descartaron de plano esa intención. “La hipótesis de piedad cae sobre su peso cuando, en el caso que detonó todo, la persona ya estaba dada de alta y falleció a raíz de las actuaciones de una de las personas”, enfatizó Rosas.
Si bien la primera denuncia fue en enero, el caso que aceleró las investigaciones ocurrió la semana pasada, con el fallecimiento de Santa Gladys Lemos, una mujer diabética de 74 años que había sido dada de alta tras 12 días en el hospital.
“Nos dijeron que había fallecido de un infarto; pero con la autopsia no fue un infarto: fue una trombosis”, relató ayer su hija Miriam Rodríguez. El domingo la familia fue informada que el fallecimiento de la mujer se debió a una inyección de lidocaína (anestésico).
Esa muerte ocurrió “en un turno de una de las personas a las que se les estaba haciendo un seguimiento por parte de la Policía”, explicó Rosas, lo que incrementó las sospechas de los investigadores.
Mientras la prensa afirma que los involucrados podrían ser responsables de decenas o cientos de muertes , ni las autoridades sanitarias ni la Policía quiere manejar cifras sobre la cantidad de casos sospechosos o desde hace cuánto tiempo ocurrirían los asesinatos.
Los casos se produjeron en un centro neuroquirúrgico privado y en una unidad de cuidados intermedios de un hospital público.
El viceministro de Salud, Leonel Briozzo, aseguró que en ninguna de las unidades los controles habituales habían detectado un incremento anormal de decesos.