Panamá (AFP). En silla de ruedas, canoso, lento de movimientos y con 77 años, regresó a Panamá el ex dictador Manuel Antonio Noriega, muy distinto a aquél que con la frase "ni un paso atrás" y, machete en mano, desafió a Estados Unidos a finales de los años 80.
Su traslado del aeropuerto a la prisión de El Renacer, en las afueras de la capital panameña, a orillas del Canal de Panamá, implicó un operativo de distracción con la llegada de dos vehículos, con algunos minutos de diferencia, de cada uno de los cuales descendió una persona con el rostro oculto.
Eran las 7:40 p.m. locales del domingo (6:30 p.m., hora de Costa Rica) cuando una camioneta escoltada por varios vehículos policiales y motocicletas atravesaba a alta velocidad, bajo una pertinaz lluvia, la doble puerta de entrada a la prisión de El Renacer.
La expectación subió cuando del auto bajaron varios efectivos de los servicios especiales de la policía con la cara cubierta, con casco y fuertemente armados, dando paso a una figura oculta bajo una chaqueta oscura que fue sentada en una silla de ruedas.
Rápidamente, un tumulto de funcionarios del penal y policías subió la rampa que lleva a la caseta de controles de seguridad, con detectores y escáneres.
Era el 'general Noriega', el hombre que, tras ser agente de la CIA, desafió a Washington en los años 80 y acabó derrocado por una cruenta invasión de tropas estadounidenses a Panamá, el 20 de diciembre de 1989.
Los gritos de "Tony" o "enséñenlo" de los periodistas se entremezclaban con los de "perro" y "asesino" de un grupo de familiares de víctimas del régimen que fueron a darle la "bienvenida".
No fue sino dos horas después que un Noriega en silla de ruedas, con camisa roja, pantalón blanco y zapatillas deportivas, apareció de espalda conducido por policías a un recinto de entrada al penal. Por unos momentos volteó y levantó la mano izquierda, mirando a los periodistas que lo esperaban a varios metros, desde hacía unas cinco horas.
"Está sufriendo algunas secuelas de algunas enfermedades que ha tenido", dijo a la prensa el médico Jorge Yearwood, quien lo acompañó en el vuelo que lo trajo desde Francia, donde estuvo preso desde 2010 por blanqueo de dinero.
Tras entregarse el 3 de enero de 1990 a las tropas en la invasión, Noriega salió de Panamá esposado de pies y manos rumbo a Miami, donde purgó 20 años por tráfico de drogas. Hoy "sus condiciones de salud no le permiten ser esposado", explicó el médico.
Hipertenso, con algo de dificultad para hablar y limitaciones motoras, "no se vale en 100% por sí mismo, no está en condiciones de caminar sin asistencia", añadió Yearwood, al dar el reporte médico a la prensa, en la prisión.
Esa imagen de Noriega está muy lejos de aquélla previa a la invasión estadounidense, cuando, blandiendo un machete y golpeando un atril, ordenaba a su Estado Mayor: "ni un paso atrás".