Los acusados se enfrentan a penas de entre seis meses y cinco años de cárcel y fuertes multas, según el Código Penal tunecino.
La defensa reiteró que Seriati –hombre clave del régimen de Zine el Abidine Ben Ali y juzgado por falsificación de pasaportes y complicidad– no debe estar sentado en el banquillo de los acusados.
El hombre que controlaba los servicios de seguridad del país antes de ser detenido el 14 de enero en el aeropuerto militar de Auina, desde donde facilitó la huida del presidente Ben Alí y su familia hacia Arabia Saudí, tras ser derrocado el régimen por un movimiento de revuelta popular, estaba esposado y visiblemente abatido.
“Seriati es un hombre inocente e íntegro que fue detenido de forma arbitraria”, manifestó otro abogado del general, Abada Kefi.
El letrado pidió la absolución de su cliente y la anulación de las investigaciones contra los miembros de la familia de Ben Alí y su esposa, Leila Trabelsi, por “vicio de forma” en las pesquisas.
El general Seriati se enfrenta a otras acusaciones mucho más graves, como las de complot contra la seguridad nacional del Estado, incitación a cometer crímenes y provocación de desorden, de las que será juzgado más adelante.
Además del general Seriati, también fueron detenidos en el aeropuerto de Túnez-Cartago 23 miembros de la familia del derrocado presidente, entre ellos varias hermanas y sobrinos de Leila Trabelsi, la mayoría de ellos en posesión de grandes cantidades de dinares y otras divisas, así como joyas.
Entre ellos estaba Imed Trabelsi, sobrino preferido y hombre odiado por los tunecinos. Este ya fue condenado a cuatro años de cárcel por posesión y consumo de drogas.
Las nueve mujeres del clan Ben Ali-Trabelsi se mostraron mucho más discretas durante la audiencia, vistiendo un sefsari, un velo blanco típicamente tunecino que disimula el cuerpo y el rostro.