Washington. AFP. El presidente de la Cámara de Representantes del Congreso estadounidense, John Boehner, anunció el viernes que renunciará a fines de octubre, aplastado por las divisiones en el Partido Republicano en el arranque de la campaña a las elecciones presidenciales de 2016.
Incapaz de reconstruir la unidad dentro del Partido Republicano y acusado por los sectores más ultraconservadores de no ser suficientemente inflexible con el presidente Barack Obama, Boehner, de 65 años, decidió salir de escena.
Se trata de uno de los políticos más poderosos del país y el segundo en la línea de sucesión presidencial, por detrás del vicepresidente Joe Biden.
“Esta mañana me desperté, recé como siempre y decidí: ‘hoy es el día’”, comentó en una conferencia de prensa convocada para hablar de su renuncia a la presidencia de la Cámara y a su banca legislativa.
“Es mi opinión que una prolongada confusión en el liderazgo provocaría irreparables daños a la institución. Por ello, renunciaré a la presidencia y a mi banca del Congreso el 30 de octubre”, había anunciado poco antes en su página web oficial.
En la Casa Blanca, durante una conferencia de prensa con el presidente chino, Xi Jinping, Obama elogió a Boehner como “un hombre bueno, un patriota”.
“Tenemos grandes diferencias y estamos en lados diferentes del espectro, pero siempre se comportó conmigo con cortesía y civilidad”, comentó Obama.
En la opinión del mandatario, “es una persona que comprendió que uno no puede tener 100% de lo que quiere todo el tiempo, que es necesario trabajar con las personas con quienes uno no está de acuerdo”.
Alegría en Congreso. En el ámbito del Congreso estadounidense, sin embargo, los sectores más ultraconservadores republicanos, pertenecientes a la rama del Tea Party , no escondían la alegría con el anuncio de Boehner.
En respuesta, el senador Harry Reid, líder del Partido Demócrata en el Senado, alertó en una nota que los republicanos más ultraconservadores “han tomado el control del partido”.
Devoto católico, Boehner fue visto el jueves llorando copiosamente durante el discurso que el papa Francisco pronunció ante las dos cámaras del Congreso estadounidense, y en especial cuando acompañó al Pontífice al balcón de su oficina para que saludara a la multitud aglomerada en los jardines.
Hijo de un propietario de bar en Ohio, Boehner dijo: “Nunca pensé que llegaría al Congreso, y menos que sería presidente de la Cámara de Representantes”.
Sin embargo, Boehner paga los platos rotos por una rebelión que nunca logró controlar y que arrancó con el surgimiento del Tea Party en el 2010.
El súbito crecimiento de esa tendencia ultraconservadora le permitió al Partido Republicano alcanzar la mayoría de la Cámara de Representantes, pero al costo de elevar a las bancas del Congreso a legisladores adeptos a una línea de intransigencia total con Obama y el Partido Demócrata.
Lucha interna. Esa lucha fraticida en el interior del Partido Republicano ya había conducido al cierre parcial del Estado federal en octubre del 2013 por falta de un presupuesto, impulsado por los miembros del Tea Party, que bloquearon con éxito la estrategia más flexible de los líderes del partido, incluyendo Boehner.
La salida de escena expone de forma cruda las profundas divisiones que persisten dentro del partido y que se radicalizaron con la proximidad (el 1.° de octubre) de una nueva discusión sobre el presupuesto federal.
En enero de este año, Boehner fue reelegido al cargo de presidente (speaker) de la Cámara de Representantes, pero por un muy estrecho margen de votos que dejó en evidencia las divisiones del Partido Republicano, donde diversos dirigentes pedían abiertamente su renuncia.