San Salvador. Cristián González, de 22 años, ahora puede practicar skateboard en un barrio de San Salvador que antes era controlado por pandillas, pero se siente triste porque su hermano está preso desde hace 20 meses bajo un régimen de excepción.
Aprobado en marzo de 2022 por el Congreso salvadoreño a solicitud del presidente Nayib Bukele para combatir pandillas, el régimen fue prorrogado hasta el 11 de enero de 2024.
Cristián relata que su hermano Osvaldo, dos años mayor, fue uno de los primeros detenidos por esta norma que permite el despliegue militar y arrestos sin orden judicial. Más de 74.000 sospechosos fueron detenidos, y grupos de derechos humanos afirman que hay muchos inocentes entre ellos.
“Él estaba con sus amigos bebiendo (cervezas) y la policía llegó y se lo llevó por (supuestamente pertenecer a) agrupaciones ilícitas”, cuenta Cristián con tono triste a esta agencia en una pausa del skateboard en un coliseo deportivo de Zacamil, una colonia del noroeste de San Salvador antes disputada por las pandillas Barrio 18 y Mara Salvatrucha.
“Para nosotros ha sido bastante doloroso”, agrega el joven con el rostro sudado, al asegurar que su hermano “no tenía ninguna relación con pandillas”.
Bukele lanzó su “guerra” contra las pandillas en respuesta a una escalada de 87 asesinatos en un fin de semana, atribuido a las temidas bandas que mantenían control territorial en buena parte del país.
Además, construyó una “megacárcel” para recluir a miles de pandilleros.
Osvaldo, practicante de ciclismo de acrobacia, está preso desde el 30 de marzo de 2022, y sus familiares no pudieron visitarlo en la cárcel, según su hermano.
“Que salga pronto es lo que más ansiamos”, indica Cristián, quien vive con su madre en la Ciudad Futura, al norte de San Salvador.
La madre le lleva cada mes artículos de aseo a su hijo a la penitenciaria La Esperanza, cerca de la capital, pero no puede entregárselos personalmente, así que los deja con los custodios, según su hermano.
“Cuando mi mamá va a dejar su paquete, ahí pregunta cómo está él, y ahí le dicen que él sigue ahí”, sin más explicaciones, asegura Cristián, quien sin embargo admite que bajo el régimen de excepción “hoy todo se siente más seguro” en el país.
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“Violencia del Estado”
La “guerra” ha devuelto la tranquilidad a las calles del país, y el 90% de los salvadoreños apoya la gestión de Bukele, según encuestas.
Favorecido por su alta popularidad, Bukele tomó licencia para buscar la reelección en febrero, aunque la oposición asegura que su candidatura es “inconstitucional”. Dejó como presidenta provisional a Claudia Rodríguez de Guevara, una colaboradora de confianza desconocida para sus compatriotas.
Amnistía Internacional denunció esta semana un “preocupante” deterioro de los derechos humanos en el país centroamericano bajo el régimen de excepción.
“La violencia del Estado está reemplazando gradualmente la violencia de las pandillas”, dijo la directora de Amnistía para las Américas, Ana Piquer.
“La gente tiene miedo a denunciar las graves violaciones cometidas en el régimen, por ello es muy difícil conocer la verdadera dimensión”, indicó por su parte la abogada Ruth López, de la ONG Cristosal.
“Se siente paz y seguridad”
Las calles del centro de la capital antes eran peligrosas, pues acechaban los pandilleros, pero ahora la gente volvió a ocupar los sitios públicos, incluso de noche. También viaja en autobuses sin temor a ser asaltada.
Asimismo, en toda la ciudad reabrieron pequeños negocios de comida o vestuario, cuyos dueños habían cerrado agobiados por los pandilleros que los extorsionaban.
Reina Margarita Lemus pasea con su marido y sus dos hijos en la Plaza Libertad gracias al nuevo clima de seguridad en el centro, con presencia de soldados y policías.
“Hoy podemos andar con libertad y antes andábamos con miedo, no salíamos”, comenta la cocinera de 52 años a esta agencia.
En la plaza Gerardo Barrios, flanqueada por el Palacio Nacional y una moderna biblioteca donada por China, muchas personas se toman selfies, algo impensable antes.
“Antes del régimen uno andaba desconfiado, no andaba sacando el celular, ni tomándose fotos por ningún lado, (ahora) es diferente”, dice a esta agencia Carmen Beltrán, comerciante de 50 años.
El comerciante José Beltrán, de 61 años, indica que ahora “el ambiente es bueno”, pues “se siente paz y seguridad”, mientras observa a un grupo musical tocando una marimba en una calle contigua a la Catedral.