El domingo por la noche, en un discurso enérgico, Mursi decretó el estado de emergencia en las provincias de Puerto Said, Suez e Ismailiya, ciudades a orillas del canal de Suez, donde murieron unas 50 personas en enfrentamientos.
Mursi llamó además a las fuerzas políticas, tanto oficialistas como opositoras, a dialogar en el palacio presidencial de El Cairo ayer.
Sin embargo, la principal fuerza de oposición, el Frente de Salvación Nacional (FSN), anunció que no participaba en ese diálogo.
El Senado egipcio aprobó una ley que autoriza a Mursi a desplegar el Ejército en las calles para participar junto a la Policía en el mantenimiento del orden.
El FSN exige que Mursi asuma la responsabilidad de la violencia de los últimos días, en el cual murieron 47 personas, y reclama la formación de un gobierno de unidad nacional, indicó Hamdeen Sabbahi, dirigente del FSN.
La oposición llamó al “pueblo a salir a todas las plazas Tahrir el próximo 1.º de febrero para realizar los objetivos de la revolución”.
El mandatario amenazó con adoptar otras medidas excepcionales si persiste la violencia.