La Conferencia de Desarrollo Sostenible en Río de Janeiro enfrenta el enorme reto de transformar las políticas ambientales, sociales y económicas para adaptarlas a una población mundial de más de 7.000 millones de personas con recursos cada vez más escasos y ciudades al borde de su capacidad.
Ban y grupos especializados han acusado a los Gobiernos de anteponer los intereses nacionales al bien común, en medio de agonizantes negociaciones antes de la cumbre Río +20 que conmemorará el 20 aniversario del primer encuentro realizado en la misma ciudad.
Los países ricos se han visto afectados por la crisis económica y ahora quieren medidas de austeridad. Las naciones pobres se quejan de que todavía no han recibido el financiamiento y la tecnología prometida para combatir el cambio climático, la pobreza y las epidemias.
Con las ausencias del presidente de EE. UU., Barack Obama; del primer ministro británico, David Cameron, y de la canciller alemana, Ángela Merkel, Ban está presionando para que los líderes concreten un plan de acción común.
“Tenemos que tener una visión correcta de a donde nos dirigimos. Si vamos hacia la prosperidad mutua, prosperidad común, o hacia consecuencias muy negativas y trágicas para la humanidad”, señaló el máximo dirigente de la ONU el lunes desde Arabia Saudí.