El desprendimiento ocurrió en una cavidad ubicada a cientos de metros de profundidad hasta donde los equipos de rescate habían ingresado por una perforación de centímetros de diámetro una cámara digital, para ver si había señas de vida de los trabajadores.
“Después de todos los antecedentes, estamos claros de que debimos haber tomado acciones (para cerrar la mina antes de la tragedia)”, reconoció la ministra del Trabajo, Camila Merino.
La funcionaria reaccionó así ante la filtración de que una entidad dependiente de su ministerio, la Dirección del Trabajo, tuvo antecedentes de los problemas de seguridad de la minera días antes de su derrumbe, el jueves 5 de agosto.
En medio de la polémica, el Gobierno y los familiares de los mineros asumieron ayer que el rescate de los trabajadores tardará meses.
“Los imponderables ocurren”, dijo, resignado, el propio ministro de Minería, Laurence Golborne.
El fracaso de un salvamento más inmediato, por presencia de rocas gigantes e inestabilidad geológica, fue confirmado con la partida del último rescatista.
La búsqueda de los mineros, que se supone están vivos a 700 metros de profundidad luego de 13 días, son ahora realizadas con máquinas perforadoras.
Varias de ellas avanzan a la zona donde estarían los mineros, como un primer paso para abastecerlos de agua, víveres y medios de apoyo, si aún viven.