Cuando Benedicto XVI anunció su renuncia ante el mundo, el sol de madrugada apenas se asomaba en Costa Rica y despertaba con sorpresa a fieles y sacerdotes.
El hecho histórico que protagonizó ayer el Papa número 265 de la Iglesia católica fue descrito como un “acto de fe, humildad y valentía”, ante su falta de fuerza física para asumir los retos de la institución.
“Es un Papa que tiene los pies sobre la tierra, sabe que está viviendo en el siglo XXI y que hay transformaciones en una sociedad sin norte, donde el relativismo está tomando fuerza importante”, manifestó el costarricense y diplomático del Vaticano monseñor Dagoberto Campos.
En los ocho años de liderazgo del Pontífice, los obispos ticos calificaron su valentía para afrontar “obstáculos” como la pedofilia y sustracción de documentos confidenciales de su despacho.
“Él no rehuyó las situaciones que se le presentaron, sino que siempre dio respuestas valientes ante los obstáculos”, expresó monseñor José Rafael Quirós, obispo de Limón.
A partir del 28 de febrero, los católicos no mencionarán en misa a Benedicto XVI, sino que esperarán el anuncio del nuevo hombre, sucesor de Pedro.
Durante la celebración eucarística se realizará una oración especial para “pedir que la luz del espíritu ilumine a los cardenales que elegirán en cónclave al Papa”, aclaró el obispo de San José, monseñor Hugo Barrantes.
El cambio. Para los obispos de Costa Rica, el báculo del Vaticano deberá estar en manos de quien sea capaz de “leer los signos de los nuevos tiempos y mantener un diálogo con la cultura moderna”.
“Hay nuevas formas de violencia y también influye la situación económica mundial; quien asuma el cargo no solo deberá tener una enorme capacidad espiritual, sino física”, comentó Barrantes.
El nuncio apostólico Pierre Nguyen aún no manifiesta su reacción ante la renuncia de Joseph Ratzinger, pues esperará un documento oficial de Roma con protocolos de comunicación.
Con la sorpresa, también saltan las especulaciones de posibles candidatos para ocupar el cargo; sin embargo, las autoridades de la Iglesia católica consideran que esos nombres “no son definitivos”.
“La elección es un proceso muy discreto, no hay que hacer ningún proselitismo por candidatos, esto no es política.
”Sería una maravilla tener un Papa centroamericano”, declaró el obispo de Cartago, monseñor Franciso Ulloa.
El único representante de Centroamérica en el cónclave es el cardenal hondureño monseñor Óscar Rodríguez, quien participará en la secreta elección papal, a partir de que se concrete la renuncia de Benedicto XVI , el 28 de febrero.
La decisión del Papa no cambia en nada la organización de la Iglesia católica tica, sino que unirá a sus fieles en oración, a la espera del humo blanco.