En la “capital de la revolución”, blanco de bombardeos por 16.º día consecutivo y a donde llegaron refuerzos de tropas el domingo, los militantes pidieron que se permita la evacuación de las mujeres y los niños de Baba Amr, el barrio más afectado por los ataques.
Paralelamente, el presidente Bashar al-Asad reiteró su convencimiento de que la oposición está siendo financiada y armada por países extranjeros.
El CICR estudia la forma de llevar ayuda a la población, incluida “la suspensión de las hostilidades en las zonas más afectadas para facilitar el acceso de la Media Luna Roja Siria y del CICR a las poblaciones necesitadas”, declaró un portavoz, Bijan Farnudi.
Entre las posibilidades contempladas, mencionó “el cese de los combates en las zonas más afectadas”, pero no avanzó más porque “el contenido de estas discusiones” con las autoridades sirias y la oposición armada “es confidencial”.
Ayer al menos 15 personas murieron en actos violentos, según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH). Más de 6.000 personas han muerto en 11 meses de represión, según la ONU.
En Damasco, escenario en los últimos días de manifestaciones, los servicios de seguridad permanecían en estado de alerta.
Desde el inicio de la revuelta, en marzo del 2011, el régimen se niega a reconocer la amplitud de la protesta y responsabiliza de la violencia a bandas “terroristas”.