BUENOS AIRES (AFP) - Cristina Fernández de Kirchner se lanza al ruedo este jueves, a 100 días de los comicios que pueden convertirla en la primera presidenta electa de Argentina, cuando aún repican los ecos por la caída de la ministra de Economía que asestó un golpe político al gobierno.
El telón de fondo de una crisis energética que no cesa y las denuncias por supuesta corrupción que sacaron del gobierno en los últimos dos meses a una ministra y dos funcionarios, empañan el lanzamiento oficial, demorado hasta el límite posible para evitar desgastar la figura de la senadora.
"Cristina, el cambio recién empieza" es el slogan que ya empapela el centro porteño y que será eje de la campaña hasta las presidenciales del 28 de octubre.
Renuente a los actos masivos, Cristina Fernández eligió el majestuoso Teatro Argentino de La Plata (60 km al sur), con capacidad para apenas 1.700 asistentes sentados, para un lanzamiento de campaña que promete poco de la tradicional liturgia peronista.
El teatro, más propicio para un acto académico que para uno de campaña, está enclavado en la ciudad natal de Cristina, capital de la provincia de Buenos Aires, a la que representa en el Senado y mayor distrito electoral del país.
La candidata será la única oradora del acto en el que el presidente Néstor Kirchner se ceñirá a un estudiado segundo plano.
Desde que se anunció oficialmente la candidatura de Cristina por el gobernante Frente para la Victoria (peronista progresista) el 1 de julio, el mandatario repitió que se reserva un papel de "hombre común" en caso de una victoria de su esposa, que da por segura.
El lanzamiento será la primera ocasión para escuchar de boca de Cristina la estrategia para su eventual gobierno, ya que hasta ahora fue su marido el fogonero de las ideas y cualidades políticas de la primera dama cuyo afilado discurso suele intimidar a adversarios en el Congreso.
De carácter arrollador y autoritario, Cristina eludió siempre a la prensa en una suerte de aversión que comparte con su marido, pero el bajo perfil que mantiene puertas adentro contrasta con la fuerte exposición en el escenario internacional.
Realizó este año visitas a Francia, Ecuador, Venezuela y México, adonde volverá junto a Kirchner a fin de mes luego de un viaje a España que inciará el sábado próximo.
Hasta ahora todos los sondeos le vaticinan una cómoda victoria en primera vuelta frente a una oposición desarticulada que presenta a varios candidatos.
No obstante, el tránsito hacia los comicios promete más de una piedra en el camino por las denuncias que agitan el fantasma de la corrupción y que se cobraron la cabeza de la ministra de Economía, Felisa Miceli, a tres días del lanzamiento de Cristina.
Pese al respaldo presidencial, Miceli cayó finalmente cuando un fiscal pidió el lunes su indagatoria al acusarla de varios delitos por el hallazgo de unos 64.000 dólares de origen dudoso en el baño de su despacho.
Cristina deberá librarse además del costo político que supone una investigación penal que recae sobre un organismo estatal por la supuesta manipulación del índice de precios.
Este índice es clave para medir la inflación, uno de los principales desvelos del gobierno en un país que acumula 53 meses de crecimiento.
La candidata también deberá lidiar con el costo político de una crisis energética originada en la falta de inversiones y agudizada por condiciones climáticas adversas, déficit que impone un techo al vigoroso crecimiento y que deberá afrontar el próximo gobierno.
Actualmente unas 4.700 grandes industrias sufren restricciones en el suministro de energía, un controvertido paliativo para evitar impopulares cortes de gas y electricidad a los hogares, cuyo costo electoral sería inmanejable.
© 2007 AFP