Damasco. (AFP). Un importante líder religioso sunita pro régimen y 41 fieles murieron en un atentado suicida perpetrado este jueves en una mezquita en Damasco, anunció el ministerio sirio de Salud, citado por la televisión.
“El jeque Mohamed Said al Buti y 41 fieles, entre ellos su nieto, murieron y 84 personas resultaron heridas en el atentado contra la mezquita Al Imán en el barrio Mazraa” de la capital, precisó el ministerio.
El jefe de la oposición, Ahmed Moaz Al Jatib, condenó el atentado, que dejó 84 heridos según el Ministerio de Saidad, y declaró que “sospechaba del régimen”.
Estados Unidos afirmó este jueves que no encontró rastros de elementos que acrediten el empleo de armas químicas en Siria, dos días después de acusaciones cruzadas entre el poder y la posición, especialmente después de que la víspera se llevara a cabo un ataque en la provincia de Alepo (norte) que dejó 31 muertos.
En rueda de prensa conjunta en Jerusalén con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, el presidente estadounidense, Barack Obama, advirtió este jueves al régimen sirio sobre la utilización de armas químicas y se mostró “muy escéptico” ante las afirmaciones de que los rebeldes sirios habrían utilizado este tipo de armamento.
Obama dijo durante un discurso en Israel, que el presidente sirio Bashar al Asad debe dejar el poder para que el "futuro de Siria pueda comenzar".
“Estados Unidos estima que el pueblo sirio tiene el derecho de ser liberado de las garras de un dictador que preferiría matar a su propio pueblo antes de dejar el poder”, dijo Obama en Jerusalén.
“Los llamamientos lanzados por países europeos y la Liga Árabe para armar a los grupos terroristas alentaron a estos grupos para seguir adelante y cometer su crimen atroz el martes”, escribió el ministerio de Relaciones Exteriores sirio en un mensaje dirigido a la ONU “sobre la utilización de armas químicas por los rebeldes”.
El ministerio “reitera los compromisos de Siria de no utilizar armas químicas, si existen, contra su pueblo” y afirma que “continuará persiguiendo a los terroristas y a quienes les apoyan por compromiso con la seguridad de su pueblo”.
En esta carta, Siria “pidió a la comunidad internacional actuar con seriedad y firmeza para prohibir a estos grupos terroristas continuar sus peligrosos crímenes contra el pueblo sirio”.
“El gobierno interino (que debe ser puesto en marcha por los rebeldes) está listo para recibir a una delegación de este tipo y conducirla a los lugares afectados para determinar quiénes son los responsables de estos crímenes y llevarlos ante la justicia”, aseguró en un comunicado.
El Consejo eligió el martes en Estambul a Ghassan Hitto como primer ministro de un gobierno interino.
Por otro lado, el presidente sirio, Bashar al- Asad, realizó este jueves su primera aparición pública desde enero con una visita sorpresa a un centro de formación de Bellas Artes en el este de Damasco, señaló la presidencia en su página de Facebook.
La última aparición pública de Asad, cuyo país está siendo devastado por un conflicto que ya dura dos años, se remonta al 24 de enero, con motivo de una ceremonia religiosa.
Sobre el terreno, este jueves, las fuerzas sirias bombardearon el sur de Damasco , incluido el campo de refugiados palestinos de Yarmuk, y la aviación efectuó bombardeos sobre el norte y el centro del país, afirmó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
“Las fuerzas del régimen bombardearon las localidades de Hajar al-Aswad y Daraya en los suburbios del suroeste de Damasco”, afirmó esta ONG que precisó que Yarmuk y Qadam (sur) “fueron escenario de violentos combates entre rebeldes y fuerzas gubernamentales durante la noche”.
Además, la aviación del régimen bombardeó la provincia de Hama (centro) y de Raqa (norte), cuya capital de provincia homónima cayó en manos de los rebeldes. También tuvieron lugar enfrentamientos en Homs (centro), según el OSDH, una ONG que cuenta con una amplia red de militantes y de fuentes médicas civiles y militares sobre el terreno.
Según la ONU, más de 70.000 personas murieron en dos años de un conflicto en el que ninguna de las partes logra hacerse con una victoria decisiva.