David Green, el director de la Oficina de Fraudes Graves (SFO, por sus siglas en inglés) de Gran Bretaña, planea pronto levantar cargos penales por fraude contra Thomas Hayes, exnegociante en UBS y Citigroup Inc., en la investigación sobre manipulación fraudulenta de la London Interbank Offered Rate (la tasa interbancaria londinense) o Libor.
Se percibe a Hayes, a quien el Departamento de Justicia de Estados Unidos acusó de fraude a finales del año pasado, como un personaje central en el plan de manipulación de las tasas. El papel que tuvo en eso apareció en forma prominente en la causa contra UBS, que -de conformidad con un arreglo- se declaró culpable de un cargo de fraude en transferencias electrónicas y pagó unos $1,500 millones en multas. Los cargos penales contra Hayes serían los primeros que los fiscales británicos levantarán por sospecha de manipulación de la Libor.
“Lo que la gente busca es el éxito en los casos muy grandes que llegan a los diarios, y es inevitable que venga a la mente la Libor”, dijo en una entrevista Green, de 59 años. “Me dedico a impartir justicia y restaurar la confianza pública en el imperio de la ley. La población necesita tener confianza en que se trate a los delincuentes de cuello blanco como delincuentes, en que, al terminar, no se les brindará un camino especial, color de rosa, con una sentencia para evadir la responsabilidad”.
Cuando Green asumió el cargo de director de la oficina de fraudes en abril del año pasado, tras ser fiscal y abogado defensor durante 25 años, encontró a una dependencia cuya reputación estaba hecha añicos y la moral del personal andaba por los suelos. Dos hombres de negocios de Londres, los hermanos Robert y Vincent Tchenquiz, habían arrastrado a la oficina a los tribunales por una desastrosa investigación de sus conexiones con bancos que quebraron en Islandia. La oficina de fraudes se disculpó e inició una investigación interna, pero los costos legales también fueron enormes y podrían seguir aumentando.
En 2011 hubo una vergüenza adicional cuando la oficina decidió no investigar la Libor y cambió la responsabilidad a la Autoridad de Servicios Financieros. Mientras el Departamento de Justicia estadounidense empezó a indagar en el caso Libor desde ultramar, la oficina de fraudes dijo que sólo sería un lastre más para sus recursos ya escasos.
A pesar de un aumento en las redadas con buena publicidad contra presuntos delincuentes y algunos discursos con amenazas, la Oficina de Fraudes había forjado una imagen de una fiscalía que era un perro que ladraba, pero no mordía. Tan mala fama tenía que cuando el gobierno empezó a cambiar la forma en la que regulaba al sector financiero, después de la crisis financiera, consideró seriamente en quitarla.
Green está muy consciente de estos problemas. Una de las primeras cosas que hizo al llegar fue definir claramente el objetivo de la dependencia, contó. A diferencia de su predecesor, Richard Alderman, no se dedica a guiar y concretar acuerdos con los acusados.
“La sentencia es asunto del juez”, dijo. “Estoy aquí para procesar”.
“En este país y en el extranjero había la percepción general de que la SFO, de alguna forma, carecía del estómago para procesar y prefería la ruta más fácil del acuerdo civil”, explicó. “Había la percepción de que la SFO había bajado su nivel, y tomaba casos más fáciles y menos complejos”.
Sin embargo, ya se acabaron esos tiempos, dijo, y su mensaje a los delincuentes es claro: “Si su conducta es delictiva y queda dentro de nuestro ámbito, iremos tras usted”.
El hombre a cargo
Cuando se hizo cargo, Green simplificó la estructura de la oficina estableciendo dos divisiones para fraudes y dos para sobornos, y contrató a personal sénior nuevo, incluido Geoffrey Rivlin, un juez retirado, temido y respetado por ser rigorista con los detalles, para que ayudaran a preparar las causas para el tribunal.
John Fingleton, el director ejecutivo de Fingleton Associates, que brinda asesoría en problemas regulatorios a sus clientes, dijo que Green “contrató a algunas personas buenas y trata de arreglar el lugar”. Sin embargo, el trabajo no es fácil, dijo.
“Se ha privado demasiado a la SFO de recursos, y combatir los delitos en Gran Bretaña es muchísimo más difícil que en Estados Unidos”, donde hay menos cargas en las fiscalías y las sentencias de conformidad son comunes, señaló.
Green discrepa en particular con la sugerencia de que la oficina de fraudes se negara a abrir una investigación por ser demasiado cara. “Absurdo”, dijo y luego agregó: “vergonzoso”.
“No me quedaré en este empleo para hacer eso”, enfatizó.
La indagatoria sobre la Libor es el más grande de los 67 casos abiertos de la oficina de fraudes y una vasta empresa que requirió que Green duplicará el equipo de investigación a 60 personas este año. Otro puñado de investigadores es un préstamo de la autoridad tributaria, y hay algunos de grandes firmas de contabilidad y reguladores extranjeros. Dijo que se está en las etapas finales para intercambiar personal con el Departamento de Justicia estadounidenses.
Así como es tan determinado en procesar y apasionado por su trabajo como es Green, es renuente a hablar sobre su vida privada, o siquiera de sus anteriores casos legales. Su padre trabajó en un banco, mientras su madre criaba a los hijos. Después de estudiar historia en la Universidad de Cambridge, Green se interesó en el derecho penal y trabajó algún tiempo con su cuñado, un abogado.
Luego, trabajó como fiscal y abogado defensor en casos que incluyeron delitos financieros y asesinatos. Contó que alguna vez defendió a instituciones financieras por delitos administrativos y penales, pero no dio nombres.
Su principal trabajo procesal incluyó casos de importación de heroína de lugares como Afganistán, de crimen organizado y de fraudes, pero declinó dar detalles. En 2005, lo nombraron director de ingresos y procesos aduanales, y procesó exitosamente a grupos de lavado de dinero y contrabandistas de cigarrillos. Aseguró condenas en más de 90% de las causas.
Alison Graham-Wells, una abogada que trabajó con Green en los 1990, dijo que sobresalía en los juzgados por su habilidad para explicarle al jurado los casos complejos de fraudes financieros en términos sencillos.
“Tiene una muy buena presencia en los tribunales”, comentó.
Que Green, ahora en la oficina de fraudes, tenga éxito dependerá del resultado de la investigación sobre la Libor. Algunos analistas dijeron que se está arriesgando al centrarse en la Libor y señalaron que con un prominente caso internacional como éste, le podrían quitar de las manos la posibilidad del proceso judicial.
Sin embargo, Green es desafiante.