El 2018 ha sido un año lleno de eventos relevantes en lo fiscal. A finales del 2017 se advertía una dificultad en el flujo de efectivo que obligaba al Gobierno a elevar el uso de títulos de deuda de corto plazo y luego a un presupuesto extraordinario vista la aparente falta de dinero para la amortización de dichos valores.
Durante la campaña electoral el tema fiscal fue clave y diferenciador entre las dos propuestas finales. Continúa el año y el nuevo Congreso da primer debate al Proyecto de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas. Viene luego el fallo de Sala IV que da luz verde al segundo debate para que en la primera semana de diciembre tuviéramos un cambio tan radical para nuestro sistema como el que 70 años antes se daba con la abolición del ejército.
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El 2018 también trae la implementación de la factura electrónica, que nos cambió la vida a todos, y trajo también la polémica de los grandes contribuyentes. Ya casi cerrando el año, registramos malas noticias de Moody’s y Standard & Poor’s.
Con el 2019 encima debemos todavía decidir si acogernos o no a la amnistía; sobre eso la Dirección General de Tributación ha sido tajante al manifestar que dicha amnistía solo aplica si se hace una suerte de mea culpa; mea culpa que el legislador no parece haber instaurado como regla general en la ley. Esto, lo que significa en términos prácticos, es que aunque los ajustes hayan sido arbitrarios y existan nulidades evidentes en el procedimiento habría que aceptar responsabilidades por ilícitos no cometidos, pagar una sanción (reducida) y aceptar que uno se “equivocó” aunque no sea el caso, a pesar de que la misma ley no lo exige. Ya veremos si esa posición prospera en los Tribunales cuando los contribuyentes reclamen que se ha cercenado su derecho de acceso a la justicia.
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Con el 2019 encima debemos prepararnos para el IVA, para un nuevo periodo fiscal, y uno inicial de 15 meses, y para el registro de accionistas; hay que ordenar la casa y medir el impacto de las nuevas reformas, muy especialmente del nuevo gravamen a las ganancias de capital.
A esperar, entonces, que finalmente los reyes magos traigan tranquilidad al mercado y mejores noticias de las calificadoras. Por ahora, les deseo feliz año y que el 2019 nos llene no solo de reglamentos y resoluciones aclaratorias sino también de paz, de trabajo, salud y de oportunidades para ayudar a quienes más nos necesitan.