La sabiduría popular de “no llorar sobre la leche derramada” fue comprobada por un grupo de científicos alemanes, quienes buscaron ver cómo estaba la salud de los adultos mayores que se arrepentían de las oportunidades perdidas cuando jóvenes.
“Cuando somos jóvenes, el arrepentimiento hace que tomemos mejores decisiones, pero conforme vamos envejeciendo, cada vez tenemos menos oportunidades de hacer las cosas nuevamente”, comentó, en un comunicado de prensa, Stefanie Brassen, coordinadora del estudio.
”Vimos que las personas que pasan constantemente pensando ‘qué hubiera pasado si...’ tienden más a la depresión que quienes no se preocupan por eso”, añadió.
A ellos se les puso a jugar un juego de computadora en el que debían abrir cajas, la mayoría contenía dinero, pero algunas tenían un “diablillo” que hacía que se perdiera todo el dinero acumulado.
Luego de abrir cada caja, se les daba la opción de quedarse con el dinero que llevaban.
Tras analizar el juego de cada participante, se les hizo una resonancia magnética.
Los investigadores hallaron que las personas jóvenes y los adultos con depresión, tendieron más a arriesgarse en el juego, mientras los adultos sin depresión se vieron más cautos e inclinados a mostrarse satisfechos con lo que tenían.
Además, se vio que la actividad cerebral en una región llamada estriado ventral, que está relacionada con el arrepentimiento y la región del córtex, asociada a la regulación de las emociones, era muy similar entre los jóvenes y los adultos mayores deprimidos.
”Vemos que quienes no se preocupan por las cosas que no resultaron en su vida, tienen un envejecimiento más sano que quienes pasan buscando volver el tiempo atrás”, dijo Brassen.
”En lugar de preocuparse por el pasado, debemos ver lo nuevo que nos trae la vida, sin importar nuestra edad”, subrayó.