Con la llegada de las primeras lluvias, los cafetales del Valle Central se acicalan con un traje blanco y delicado para dar paso a su tesoro más preciado: los granos.
La floración es uno de los procesos fisiológicos más importantes de la planta del café, pues de esta depende una buena cosecha: de cada flor que produce la mata, se obtiene un grano.
La aparición de los brotes está asociada a las precipitaciones, pues para lograr la maduración y un desarrollo satisfactorio de la yema floral, se necesita un estimulo hídrico (aguacero).
Debido a que las siete regiones cafetaleras de Costa Rica están distribuidas en altitudes distintas, la floración ocurre en diferentes épocas del año. Para el caso del Valle Central, los meses óptimos son marzo y abril, cuando la yema logra su gestación máxima.
Así, la floración se produce entre 10 y 14 días después de la primera precipitación.
Según investigadores del Instituto del Café de Costa Rica (Icafé), una precipitación anual de entre 1.600 y 1.800 milímetros es ideal para la especie arábica ( Coffea arabica ), la única que se cultiva en el país.
De acuerdo con datos de esa institución, en la mayoría de las regiones caficultoras del país como Coto Brus, Pérez Zeledón, Turrialba y el Valle Central, se han producido buenas floraciones.
En la finca experimental del Icafé, en Barva de Heredia, el proceso está en un 70%