Concluidas las celebraciones de Navidad y del 31 de diciembre, el panorama es el mismo todos los años: los cipreses que adornaron y aromatizaron las casas de los ticos, comienzan a ser visibles en aceras, caños y lotes baldíos.
Algunos, incluso, hasta se convierten en desechos riesgosos debido a que sus propietarios los queman en charrales o vías públicas.
Así lo comprobó este lunes La Nación durante un rápido recorrido por varios puntos de la capital, como Tibás, Barrio México, Hatillo, Alajuelita, Paso Ancho y calle Fallas en Desamparados.
Para evitar este tipo de inconvenientes y minimizar la contaminación, nueve ayuntamientos de la Gran Área Metropolitana (GAM), estarán recolectando los árboles de Navidad hasta el 31 de enero y facilitarán centros de acopio para que las personas puedan ir a dejarlos a esos sitios.
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Se trata de las municipalidades de San José, Cartago, Desamparados, Moravia, Curridabat, La Unión, Goicoechea, Montes de Oca y Coronado.
Posteriormente, el material recolectado se le entrega a la empresa FarmAgro, cuyas máquinas conocidas como chippers se encargan de convertir la madera en trozos más pequeños que pueden ser reutilizados en la decoración de jardines y senderos o como abono orgánico.