Ciudad del Vaticano. El papa Francisco reforzó su cruzada contra la corrupción dentro del Vaticano al aprobar, este jueves, nuevas leyes para los funcionarios y eclesiásticos que trabajan para la Curia Romana.
A través de un documento papal, el Pontífice exige que tanto directivos como personal que trabajan en la administración de la Iglesia declaren que no tienen condenas ni investigaciones por corrupción, fraude, terrorismo, blanqueo de capitales, explotación de menores o evasión fiscal.
Tampoco podrán tener cuentas en efectivo o inversiones en países de alto riesgo por lavado de activos o financiamiento del terrorismo, en paraísos fiscales o participaciones en empresas que operan “contra la doctrina social de la Iglesia”, precisa el texto.
“Está prohibido que todos los empleados acepten regalos por un valor superior a 40 euros”, subraya el documento.
El Papa se ha comprometido a reformar las finanzas del Vaticano, escenario de numerosos escándalos por controvertidas inversiones y a garantizar la transparencia de sus operaciones y funcionarios.
La nueva medida cubre a todos los colaboradores que se encuentran en los niveles funcionales C, C1, C2 y C3, es decir, desde los cardenales y jefes de dicasterios hasta los vicedirectores con contratos directivos de cinco años.
También cobija a todos los que tienen funciones de administración jurisdiccional activa o de control y supervisión, explicó en una nota el Vaticano.
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La secretaría de Economía “podrá realizar comprobaciones sobre la veracidad de las declaraciones realizadas por los declarantes, y la Santa Sede, en caso de declaraciones falsas, podrá despedir al empleado y reclamar los daños y perjuicios sufridos”, advierte el Papa.
“Tendrán que firmar una declaración en el momento de la contratación y después cada dos años”, añade el documento firmado por Francisco.
Las nuevas reglas han sido tomadas tras las decididas el 19 de mayo del 2020, cuando el Papa promulgó el nuevo código de contratación pública, tras considerar que era necesario, “porque la corrupción puede manifestarse en diferentes modalidades y formas”, recuerda.
La Santa Sede se adhirió a la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción, con el fin de ajustarse a las mejores prácticas “para prevenir y combatir ese fenómeno en sus diversas formas”.