
El pasado 8 de febrero falleció Billy Brown, el líder de la familia Brown, que protagoniza el reality show Alaska: Hombres primitivos en Discovery Channel. La noticia de su muerte ha sido una de las más leídas en este 2021 en nacion.com, con decenas de miles de lectores que llevan más de un mes consultando la nueva.
El programa, al aire desde 2014, ha sido un éxito en televisión por cable, aunque con una tendencia a la baja en 2020-2021 tras un pico de rating en 2018. El show sigue la vida de los Brown en Alaska y en el estado de Washington (noroeste de Estados Unidos).
La premisa es la siguiente: la familia, con siete hijos, vive aislada de la civilización. Su sobrevivencia en la intemperie depende del trabajo en conjunto. Por eso el apelativo ‘hombres primitivos’; una traducción antojadiza del título original: Alaskan Bush People (alasqueños del monte).
Con el paso de las diferentes campañas, en las cuales los hijos pasaron de adolescentes a jóvenes adultos, ha crecido la especulación sobre cuán veraz es el ‘reality show’.
El medio In Touch Weekly señala que, en 2017, cuando una de las hijas de la familia --Ami Brown-- fue diagnosticada con cáncer, toda la familia se mudó a una mansión en California, donde Ami recibió quimioterapia. Su hermana Rain, de hecho, subía fotografías a Instagram lejos de sus raíces en el frío norte del continente. También Radar Online ha elaborado recuentos de episodios reales donde miembros de la familia han sido incluso arrestados en actividades comunes, como manejar con sustancias ilegales.

Aunque bueno, tampoco es nuevo que los ‘reality shows’ tengan más de una pincelada de producción artificial. De igual manera, los seguidores de la familia disfrutan lo que ven, porque la idea de personas que se las arreglan para vivir totalmente aisladas del resto de la humanidad; de lo que llamamos moderno o contemporáneo, es fascinante.
La decisión de la familia Brown es razonada, eso sí. Y derivó en un espectáculo de TV. Pero sí existen, en pleno 2021, pueblos que no coinciden con otros grupos de humanos. Pueblos genuinamente aislados, que claramente desean seguir siéndolo, y que contrastan visceralmente con nosotros; citadinos.
Aquí exploramos cinco culturas no contactadas, como también se las llama. La primera, incluso, tiene ‘permisos’ legales para matar a visitantes sin que se les haga procesos judiciales, (procesos que igualmente serían desconocidos por ellos).
Sociedades completamente aisladas de la civilización
Sentinel del Norte, en aguas de India
Los sentineleses son el pueblo aislado por antonomasia. No se sabe casi nada de ellos de forma oficial, ni de la isla que habitan. Sobre ellos se ha escrito que no dominan el uso del fuego, o bien que esperan las tormentas eléctricas para hacer uso del elemento. Se sabe que controlan los recursos de la isla, tienen armas que saben usar bien y tienen pequeñas canoas de madera.
Viven en Sentinel del Norte, una de las islas del archipiélago Andamán y Nicobar, en aguas del este de India. Su hogar está protegido por la ley: está terminantemente prohibido aproximarse a ellos.

Los pocos contactos que han tenido con humanos de fuera de su isla, han terminado muchas veces en violencia y en muerte.
El gobierno de India ha enviado en algunas ocasiones a equipos de antropólogos y otros expertos para estudiar a los sentineleses. En los años 90, incluso se logró establecer contacto dándole cocos como regalos, pero en el mismo viaje, días después, la respuesta de los isleños fue bélica: ataques precisos con arcos y flechas. Este es el contacto más amplio que se ha tenido con este pueblo.
En este video se puede ver a decenas de sentineleses amenazando con sus armas y acaso celebrando la retirada de los alienígenas, cuando esta sucede.
En 2006, dos pescadores perdieron la vida en un encuentro ilegal con habitantes de Sentinel del Norte.
El más reciente episodio se dio en 2018, cuando John Allen Chau, un joven estadounidense misionero, viajó al margen de la ley a Sentinel del Norte para tratar de “evangelizar y hablarle de Jesús” a los sentineleses. Chau contrató los servicios de pescadores para acercarse poco a poco a la isla. Anotó su periplo en un diario de 13 páginas, donde reconoció que podría morir. Y a los pocos días de aproximarse al lugar, fue herido de muerte por un joven sentinelés.

Hubo debates sobre la extracción de su cadáver de la isla, pero eso contraviene los estatutos de protección para los habitantes de Sentinel del Norte. Además, como dejó claro en sus apuntes, Chau sabía que lo que hacía era ilegal, y sabía que podía morir en el intento.

A diferencia de otras tribus aisladas, los sentineleses dominan una isla, y pueden controlar más fácilmente la entrada y salida de foráneos que cualquier otro pueblo de esta lista. Se los llama usualmente el pueblo más aislado o menos contactado del mundo.
No se tiene conocimiento oficial de cuántas personas habitan la isla, pero se estima que puede ser entre 50 y 200 personas.

Awás, en Brasil
Se estima que hay unas 600 personas del pueblo Awá, quienes viven en la densa Amazonia, en la frontera entre Brasil y Perú. Son un pueblo indígena de cazadores y recolectores, de los cuales, según National Geographic, unos 100 awás llevan una vida nómada.
El territorio awá está legalmente protegido, pero colonos y madereros han invadido la selva por años. Según la organización Survival --que estudia y aboga por la protección de estos pueblos autóctonos--, los awás son “la tribu más amenazada de la Tierra”.
Las autoridades han llegado incluso a negar muertes violentas de awás, documentadas en estos territorios.
Mashco-Piro, en Perú
Este pueblo también vive en la Amazonia, cerca de los ríos del sureste de Perú. Existe material en video sobre los Mashco Piro, donde se los observa llevando frutas en canoas y portando lanzas, examinando de lejos al equipo que los documenta.
Según literatura científica de 1998, se estima que el pueblo Mashco-Piro apenas supera las 250 personas. Tienen un dialecto propio y son nómadas que recorren el Parque Nacional Manú, en la región peruana Madre de Dios.
En 2013, la BBC reportó que un grupo inusualmente grande de Mashcos buscó ayuda de otra tribu más conocida para pedir alimentos.
Palawan, en Filipinas
Este pueblo, de alrededor de 40.000 personas, vive al sur de la isla Palawan, en Filipinas. Aunque tienen una población grande y hay pobladores que sí tienen o han tenido contacto con personas foráneas, la organización Survival destaca que algunos palawanes viven totalmente aislados.
De hecho, hay diferentes tribus dentro del pueblo. Una de las más aisladas es la Batak, que tiene aproximadamente 500 pobladores.
Los palawanes son agricultores itinerantes. Limpian una pequeña área de bosque, cultivan alimentos en ella y luego siguen adelante con otra área, permitiendo que el bosque se regenere. Cultivan arroz, recolectan miel y cazan cerdos salvajes.
Yanomami, en Venezuela y Brasil
“Son la tribu relativamente aislada más grande de Sudamérica”, describe Survival. Este pueblo, de unas 38.000 personas, vive al sur de Venezuela, en la zona amazónica que colinda con Brasil.
Los Yanomami entraron en contacto sostenido con extranjeros de su territorio cuando Brasil envió a funcionarios a delimitar el territorio nacional al norte, en la frontera venezolana.
Pronto, grupos de misioneros religiosos y servicios de protección de poblaciones indígenas se asentaron cerca de los Yanomami, provocando la muerte por enfermedades nuevas a muchos de sus habitantes.
En los años 80, durante la fiebre del oro en Brasil, unos 40.000 mineros invadieron las tierras de este pueblo, destruyendo sus construcciones y exponiendo a sus habitantes a contagios para los cuales no tenían inmunidad. Debido a esta invasión, se estima que 20% de los Yanomami murieron en solo siete años.
Ojo: según reporta National Geographic, entre Perú y Brasil se estima que hay entre 50 y 100 tribus consideradas como no contactadas. Mismas que viven bajo la amenaza de colones y expropiadores de tierra.
Ojo 2.0: cuando se dice que estos pueblos son ‘no-contactados’ o ‘aislados’, no se infiere que los habitantes mencionados desconocen la existencia de otros seres humanos. “Saben mucho más sobre el mundo de afuera de lo que la mayoría de las personas creen”, dijo Fiona Watson, investigadora y directora de Survival Internacional a la BBC en 2014. Refiriéndose a tribus de Brasil, añadió: “Son expertos en vivir del bosque, y están más que conscientes de la presencia de extranjeros”.
¿Hombres “primitivos”? ¿Cuál es el término correcto?
El antropólogo y etnólogo francés, Claude Lévi-Strauss, argumentó en un artículo destacado por la Unesco que el adjetivo “primitivo” es “falaz”.
El investigador apoya más bien la clasificación de culturas “con escritura” y culturas “sin escritura”, ya que “primitivo” conlleva una carga peyorativa, además de equivocada.
Lévi-Strauss argumenta lo equívoco del término “primitivo” por la incapacidad de delimitar realmente a qué nos referimos con él. Según su demostración, siempre caeremos en inexactitudes. Los denominadores comunes de distintos grupos de humanos a los que podemos llamar “primitivos”, como el Imperio Inca o grupos aborígenes nómadas en Australia, pueden ser poquísimos o demasiados.
Decir que “primitivo” equivale a “culturas situadas fuera de la órbita de la civilización industrial” también es superfluo, ya que incluye tanto a la Roma del siglo II como a la Francia del siglo XVIII.
“No pueden confundirse las civilizaciones que han precedido al nacimiento de la civilización mecánica con las que se encontraban fuera de ella y habrían permanecido al margen de la misma durante mucho tiempo si no les hubiera sido impuesta por otros”, explica el autor.
Y así argumenta que una forma más adecuada de agrupar a estas culturas, es a través de la escritura, o esa capacidad de almacenar la memoria del pasado para utilizarla a cada momento en beneficio del presente:
“Todas estas sociedades –desde el poderoso Imperio Inca, que consiguió encuadrar a varios millones de hombres en un sistema económico y político de singular eficacia, hasta los pequeños grupos nómadas de recolectores de plantas silvestres de Australia– son comparables, en el siguiente aspecto por lo menos: todas ellas ignoraban, o ignoran todavía, el arte de escribir. Sólo podían conservar de su pasado lo que una memoria humana puede retener”.
“Esta afirmación es válida para el conjunto de esas sociedades, incluso para el número reducido de las que suplieron el desconocimiento de la escritura con ciertos procedimientos mnemotécnicos, como los quipus incaicos o los símbolos gráficos de los nativos de la Isla de Pascua y algunas tribus africanas”.
“Por eso, recomendamos a los lectores – e incluso a los especialistas – que desconfíen de términos tan ambiguos como los de salvaje, primitivo o arcaico. Al adoptar como criterio exclusivo la presencia o la ausencia de la escritura en las sociedades que estudiamos, recurrimos ante todo a una característica objetiva que no supone ningún postulado de tipo filosófico o moral. Al mismo tiempo, nos referimos a la única característica adecuada para interpretar la diferencia real que las distingue de nosotros. La noción de ‘sociedad primitiva’ es engañosa”.