San Salvador (AFP) - Alex Álvarez llegó a la Expo Tattoo de San Salvador. Tras quitarse su camiseta, se acostó en un catre para exponer su espalda donde le estamparon un pirata, que fue admirado por otros asistentes a un evento que intenta desmitificar un arte casi proscrito en este país.
Álvarez, de 21 años, se define como un joven estudiante amante del rock. Confesó que las estrellas que lleva tatuadas en sus brazos se las hizo a los 15 años, pero decidió imprimirse el pirata porque cuando toma ron y cualquier bebida alcohólica se siente "libre".
"Decidí hacerme un pirata porque es la forma en la que siento que me transformo cuando tomo bastante ron o cualquier alcohol. Además, los piratas tomaban mucho ron", confesó el joven de complexión delgada, piel oscura y 1,80 metros de estatura.
Por su tatuaje, Alex debió pagar $60 dólares, pero aclara que fue "un precio de amigo" que le hace su camarada Hugo "Tortugo", quien tiene seis años de experiencia en ese arte.
En otro sector de la Expo Tatto -ubicada en el "Jar Rock", en el sector norte de San Salvador-, Karol Álvarez (20 años), hermana de Alex, se descubre su espalda donde el tatuador Raúl Castro le estampa una colorida calavera.
"Me gustan mucho las calaveras, es el símbolo más permanente de lo que fue una vida", comentó la joven, quien también en su brazo tiene figuradas varias estrellas.
En otra camilla, Edgar Gómez (22 años) extiende su bien desarrollado brazo izquierdo para que le impriman un tatuaje dedicado a la naturaleza que, además de alargadas hojas, incluye moras y un tigre, este último para él es "sinónimo de poder".
Edgar tiene 16 tatuajes en diferentes partes de su cuerpo, entre los que se destacan unas águilas que representan "la libertad" y un búho visible en su pierna derecha que denota "suerte".
Edwin Marinero, de "Rokers El Salvador", es uno de los responsables del evento. Comentó que la idea de la Expo surgió ante la necesidad de "unir" el gremio de la pintura sobre la piel con el de la música".
"Lo que se pretende con la Expo es tratar de sacar a luz un arte que, a pesar de estar vigente desde hace mucho tiempo, todavía prevalecen estigmas de que ser tatuado o ser roquero es cuestión de ser drogo o ser delincuente. De lo que se trata es de botar estigmas", subrayó Marinero.
En El Salvador, el arte de los tatuajes es menospreciado debido a que es utilizado como signo por violentas pandillas. Incluso, la Academia de Seguridad Pública no acepta personas tatuadas como aspirantes a Policía.
Rompiendo esquemas
Por diferentes rumbos de la Expo se podía escuchar el fino motor de las máquinas eléctricas de mano que pinchaban a sus clientes para inyectarles las coloridas tintas, mientras que amantes del rock que ya lucen sus tatuajes, vestidos de negro y con vasos gigantes de cerveza, iban de catre en catre como observadores.
Las pequeñas empresas de tatuajes aprovecharon la Expo Tattoo para despejar entre los curiosos dudas sobre tatuajes permanentes, temporales, piercing y otro tipo de marcas en la piel.
Entre los tatuadores se encontraba Eduardo Arias, un joven de 28 años de edad y que, con 13 de experiencia, ofrecía la confección de creativas marcas en la piel.
"En este evento venimos a enseñarle a la gente que tatuarse no es un crimen; venimos a decirle que se guardan todas las medidas sanitarias porque nuestra idea es garantizar la salud de los pacientes", aseguró.
Arias se hace acompañar de su abogado Amilcar Peralta, encargado de elaborar la denominada "carta de absolución" mediante la cual Eduardo Arias queda liberado de cualquier responsabilidad.
"A mi estudio llega todo tipo de personas y me toca hacer desde un tatuaje insignificante hasta uno complicado", destacó Arias.
En la Expo Tattoo, los organizadores esperan superar los 800 asistentes de la primera edición celebrada el año pasado.