No podemos tapar el sol con un dedo. A doña Laura le ha tocado bailar, en este caso ,con el más feo, y ha sido su Gobierno el primero en enfrentar la llamada “Era de la información”, un estado inmisericorde de fluidez en la información, en donde todas las personas participan activamente al ‘subir’ a las redes sociales cualquier desliz, error, comentario, o acto reprochable de algún funcionario público. De esta forma, aquello que se ‘subió’ se convierte en noticia, ya que de forma inmediata es conocido por miles de personas, quienes a su vez opinan al respecto, dándose un tráfico de opiniones tan acelerado, que es imposible para el gobierno controlar qué tipo de información sale a la luz pública y qué no.
Chismes y noticia. Los periodistas –quienes a su vez han tenido la suerte de vivir en la “Era de la información”– deben ser astutos ya que de forma instantánea deben discernir sobre qué es noticia y qué es un chisme. No obstante, pareciera que estamos aprendiendo en el proceso; por el momento, son pocos los que han sabido ser comedidos a la hora de emitir juicios de opinión instantáneos, objetivos y racionales. Algunas veces sucede que el periodista genera confusión al comunicar algo indebido, ya que la información comunicada, estuvo generada inicialmente, de la opinión de personas inescrupulosas.
Hoy más que nunca debemos insistir en la importancia de participar de forma activa y positiva, si queremos un mejor país. Opinar destructivamente y pensar que de esa forma estamos construyendo algo, puede ser (y lo está siendo), una forma muy sutil de traerse abajo el esfuerzo de sostener con buen rumbo a Costa Rica.
El periodista y su vocación. Tanta crítica periodística negativa ha socavado el inconsciente colectivo y el pesimismo ha llegado a su punto más alto. No hay duda que las noticias que vemos semana tras semana, señalando los yerros de esta administración -sumados a los casos de corrupción destapados en los últimos meses- hacen un daño enorme al gobierno. Y probablemente se lo tengan bien merecido. Pero debemos admitir que pese a la negatividad imperante, también hay allá afuera muchas opiniones e ideas positivas sobre casos y temas específicos. Y debería ser una obligación, en la vocación de todo periodista, la de denunciar y al mismo tiempo dar una luz de esperanza, con ideas concretas, a problemas que merecen y tienen solución.
Redes sociales: necesidad de filtros. La responsabilidad de los periodistas es muy similar a la de los políticos, pues sus puestos y opiniones son decarácter público; y la retórica con que algunos periodistas dirigen sus programas, particularmente los de más alto rating (en especial los radiales) han contribuido enormemente a la percepción negativa que todos tenemos del Gobierno, la economía, la educación, la seguridad, etc. Quisiera mencionar un ejemplo: doña Amelia Rueda, pese a la extraordinaria labor que realiza como comunicadora, se alimenta constantemente de opiniones nacidas de Facebook y Twitter; y pareciera que las utiliza como combustible para luego ensañarse de una forma exacerbada contra los entrevistados. Así sobrepasa, sin quererlo, la línea ética que debiera existir entre un periodista y un funcionario público.
Es claro que doña Amelia tiene un estilo particular de hacer noticia y ha sido efectiva en muchísimos casos. Pero mi opinión personal es que no puede seguir leyendo en voz alta ni asintiendo de inmediato lo que opinan las personas, sin que exista un filtro sesudo y sensato sobre dichas opiniones. Porque, como bien lo señaló un conocido, si alguien leyese los comentarios y tuits de los ticos, sin conocer el país, pensaría que Costa Rica es algo así como Ciudad Juárez.
El rumbo del país. Teniendo tanto impacto en la opinión pública, los periodistas de alto nivel y proyección nacional, deben ser más cuidadosos con sus opiniones, pues no dejan de ser profesionales de la comunicación, y por tal motivo, ellos también marcan con sus ideas y comentarios, el rumbo positivo o negativo del país. Porque, admitámoslo, este Gobierno ha sido igual que todos los demás. Ni mejor ni peor: la misma corrupción; los mismos intereses, la misma burocracia; las mismas personas. Como ticos, siempre tenemos mucho para estar agradecidos y también mucho para hacer y para mejorar. Pero nunca hemos estado tan hundidos en el pesimismo como ahora. ¿Y no será que la culpa de nuestra percepción negativa, se deriva de los periodistas y las redes sociales?