C uando la industria estadounidense de la música celebra su fiesta más grande y mediática del año, no existen muchos límites: siempre que los artistas vendan copias, generen buen ráting y capturen la atención, todo se vale en la gala del popurrí musical. Así mismo –sin muchas sorpresas– fue como se vivió anoche la entrega número 57 de los premios Grammy.
Más show , menos galardones; esa es la máxima. De los 83 premios que la Academia Estadounidense de las Artes y Ciencias de la Grabación entregó este año, solo nueve fueron televisados; el resto de las tres horas y media de transmisión de la ceremonia fueron dedicadas a más de una veintena de presentaciones musicales, con las cuales se recorrió gran cantidad de géneros, desde hard rock y country hasta hip-hop .
Cuando Lady Gaga abrazó a su colega y amigo Tony Bennett (ambos ganadores del premio al álbum de pop vocal tradicional a por su disco Cheek to Cheek , galardón entregado en una actividad en la tarde), ¿lo hizo emocionada por la presentación de AC/DC o por la mágica voz que mostró Ariana Grande? Tal vez la reacción fue la misma ambas veces, porque así son los Grammy.
¿Dónde mandan a sentarse a Sir Paul McCartney cuando se levanta a aplaudir el show de Electric Light Orchestra y Ed Sheeran? ¿Cuándo más pueden Miley Cyrus y Nicki Minaj llamar a Madonna su “perra”? Solo en los Grammy.
Leyendas ya consolidadas y otras encaminadas, talentos recién encontrados y algunos oportunistas, voces ya no tan recordadas; todos convivieron en la premiación, ya fuera en las listas de nominados, sobre el escenario o simplemente como espectadores invitados.
Dada la mezcolanza, la ceremonia nunca le podrá quedar bien a todos. Habrá momentos en los que el faro esté enfocado en un artista que no es del gusto del miembro del público, y otros en los que alguno de sus músicos favoritos colaborará con alguien impensable, pero la oportunidad de encontrar algo agradable en esas tres horas y media existe, por más increíble que parezca.
Ganadores. Quizá el momento más impresionante de toda la velada fue cuando se otorgó el premio al álbum del año, en el que competían algunos de los artistas con más nominaciones de la noche, como Beyoncé, Pharrell Williams y Sam Smith, que aparecían en seis categorías.
Sin embargo, la estatuilla al álbum del año se la llevó a casa el príncipe de la alternativa, Beck, gracias a su disco Morning Phase , el cual también fue también elegido como mejor disco de rock , por encima de U2 y Tom Petty. Beck tenía cuatro nominaciones en total y ganó dos premios.
El del álbum del año se lo entregó la leyenda de Prince a Beck, y en algún momento el rapero Kanye West quiso hacer una broma reclamando que el premio no lo ganó Beyoncé, como hizo con Taylor Swift en el 2009 en los Video Music Awards, pero esta vez rápidamente le quitaron el foco.
Sam Smith ganó cuatro de las seis categorías en la que competía: mejor artista nuevo y mejor álbum pop vocal por su disco debut In the Lonely Hour, además de mejor canción del año y la grabación del año, por su himno soul pop Stay with Me . Con esos galardones, Smith se colocó como el mayor ganador del año.
Pharrell, por su parte, ganó tres: mejor interpretación solista de pop y mejor videoclip, por su éxito Happy, y mejor álbum urbano contemporáneo, por G I R L .
La mejor interpretación de rock fue Lazaretto de Jack White; el mejor disco de música alternativa fue el homónimo de St. Vincent; Beyoncé se llevó el de mejor interpretación de R&B; i de Kendrick Lamar fue elegida como el mejor performance de rap ; y Eminem ganó el álbum de rap .
En vivo. En ocasiones, pasaron hasta 40 minutos sin que se entregaran premios, justamente por la importancia que juegan las presentaciones en directo durante la transmisión televisiva.
La noche arrancó con AC/DC y su primera presentación en varios años, con la cual también se dio a conocer que el baterista que tocará en adelante con la banda australiana es Chris Slade, con quien tocaran hace décadas.
Ariana Grande estuvo presente e impresionó al aforo con su cantada en Just a Little Bit of Your Heart, uno de los temas de su álbum debut, el cual estaba nominado pero que no ganó nada.
Las colaboraciones fueron lo principal de la noche, y se vieron en todas las formas y colores. Temprano en la noche, Tom Jones y Jessie J ofrecieron una aburridísima versión de You've Lost That Lovin' Feelin’ , en uno de los tantos espacios de la premiación que se sentían como rellenos.
En cambio, Ed Sheeran y John Mayer se complementaron a la perfección en Thinking Out Loud, en una presentación que luego se unió con la llegada de la Electric Light Orchuestra, que tocó Evil Woman y Mr. Blue Sky.
Una pajera espectacular fue la de Gwen Stefani y Adam Levine, que cantaron My Heart Is Open , con la que vibró todo el aforo, algo que también sucedió cuando se unieron Hozier y Annie Lennox.
Beck y Chris Martin le dieron rienda suelta a Heart is a Drum, y John Legend y Common cantaron Glory. Paul McCartney estrenó en vivo FourFiveSeconds, la colaboración que hizo con Rihanna y Kanye West. West tuvo una presentación previa en solitario, en la que cantó Only One.
Otros que se presentaron en la entrega fueron Sia, Juanes (primera canción en español en los Grammy), Katy Perry, Sam Smith, Mary J. Blige, Miranda Lambert, Usher y Beyoncé, la encargada de cerrar el show.