De nuevo, don Fernando Guier agrede al Partido Liberación Nacional, tratándolo de “nefasta agrupación política”, de la cual “se derivan todos los males de Costa Rica”. Y como también se refiere a la CCSS, imputando el cargo de institución abandonada por el liberacionismo, y habida cuenta de que en su primer ataque había manifestado que los dirigentes liberacionistas, por ideología, se han dedicado durante cincuenta años a saquear instituciones públicas, de repente, ante la cita de la CCSS, me quedé perplejo, y hasta dudé.
Casi tengo que recurrir a los recortes de periódicos de los últimos años, para confirmar que eran otros –y muy lejanos a nosotros– a quienes se juzgaba por cargos muy parecidos a los que el señor Guier endosa ahora a los dirigentes de mi partido. Entonces, pensé en las pavas que disparaban a las escopetas.
Y como lo obvio lo ponen en duda solamente los fanáticos, y ante los graves cargos lanzados, habría que hacer una aclaración, casi tonta, pues será como demostrar que hay claridad después de haber salido el Sol. No, señor Guier, nosotros, los liberacionistas, nunca rechazamos las instituciones sociales de Calderón Guardia. Con el último disparo que puso fin –no a la montonera—sino a la patriótica revolución armada de José Figueres, se ratificaron esas grandes reformas. Y, después, inmediatamente después, las fortalecimos. Porque para 1948, esa obra apenas daba los primeros pasos. Nosotros construimos edificios nuevos para la CCSS y grandes hospitales, ejemplos en América Latina, como el Hospital México y el de los niños. Además, universalizamos los seguros sociales, por reforma al artículo 177 de la Constitución Política. Para 1961, cuando esta reforma se presentó, la cobertura del seguro social para los trabajadores, era apenas del 28%. Para 1980, los asegurados llegaron al 95%, incluidos los no contribuyentes. Esto lo hicimos los liberacionistas. Y el título V de la Constitución Política, Derechos y Garantías Sociales, reforma de Calderón, ahí está; nunca pretendimos derogarlo. Lo apoyamos.
Lo mismo sucedió con la Universidad de Costa Rica, que para 1948 apenas contaba con mil estudiantes. Nosotros la trasladamos a San Pedro, construimos la Ciudad Universitaria y grandes y espaciosos edificios. Hoy, su población sobrepasa los 50.000 estudiantes. Pudimos llevar la educación superior al pueblo. Ampliamos las estructuras sin negar que fue Calderón Guardia el que dio este importante primer paso.
Cosa parecida hicimos con la legislación laboral y los Tribunales de Trabajo. Los fortalecimos. Sí, Calderón inició la obra, pero Liberación Nacional la completó, profundizó las bases y la universalizó. En esto, jamás hubo mezquindad. Hay obviedad en el ambiente nacional con relación a estos hechos. Nadie lo pone en duda, solo el fanatismo, porque es realidad patente, notoria, manifiesta, incontestable.
Rechazo. No, nuestro rechazo, en cuanto a Calderón Guardia, y lo que nos llevó a una revolución armada, proviene de otra condenable actitud. Adelantándose a ciertos caudillos actuales de América Latina, Calderón, en el poder, presentó un proyecto de ley de reforma a la Constitución Política, para reelegirse. Ahí comenzó la pelea y el rechazo'y el mal ejemplo democrático.
Al mismo tiempo, declaró la guerra a Alemania, lo que le permitió confiscar, impunemente, los bienes de los alemanes; creó campos de concentración en La Sabana, humillando a estas honorables personas. Esa historia la conocemos muy bien los que para entonces éramos muchachos; y por protestar, nos metieron a la cárcel, nos apalearon, nos persiguieron. Trajeron gente, ducha en la criminalidad, para torturar y asesinar en plena vía pública. Todo, porque los ciudadanos no estábamos de acuerdo con la perpetuidad en el poder, los contratos sin licitación que enriquecían a los partidarios del Gobierno y el despojo a la legítima propiedad de extranjeros.
Esto no hay que descubrirlo en los archivos porque se conserva todavía en el recuerdo de los que hemos sobrevivido a esa triste y vergonzosa historia. Esta obviedad, no necesitan explicarse, por patente y notoria, pero hay personas que nos obligan a recordar, y lo hacemos, para exponerla a un 70% de la población de este país que no la vivió ni la conoce.
Lo más grave. Después vino lo otro, lo más grave. Calderón y su gente desconocieron la voluntad popular y declararon nula una legítima elección. Y los matones que trajo del exterior, asesinaron al Dr. Valverde Vega y quisieron asesinar también a Otilio Ulate, para acallar la protesta y mantenerse en el poder.
No hay atentado más grave contra la democracia que el cometido contra el legítimo derecho del pueblo a elegir a sus representantes. Y ese delito, no lo cometió José Figueres ni los cientos de dirigentes liberacionistas, sino Calderón Guardia y su gente. Por eso fuimos a la revolución, obligados por el atropello a un respetable sistema. Para aquellos días, Figueres manifestó: “El triunfo más grande de la revolución fue el haber asegurado el derecho del sufragio”.
No, señor Guier, todos los males de Costa Rica no se derivan del Partido Liberación Nacional. La historia viene de atrás, y no de muy lejos, es casi historia reciente. Comenzó cuando un presidente quiso reelegirse en el poder para terminar después golpeando el rostro sagrado de la República.