Uno de los aviones de carga más grandes y pesados del mundo, el Antonov An-124, permaneció ayer en suelo costarricense durante cuatro horas con el propósito de recoger dos plantas de tratamiento de aguas residuales y dos tanques que serán trasladados a una base militar estadounidense en Kandahar, Afganistán.
La nave aterrizó en base 2 del aeropuerto Juan Santamaría a las 6: 55 a. m. –procedente de Cabo Verde, isla frente a Senegal– y permaneció ahí hasta las 11:03 a. m. mientras se hacía el montaje de los equipos, fabricados por manos costarricenses.
Y es que el gigante de acero –de fabricación soviética– generó conmoción entre decenas de curiosos, quienes hacían fila para subir al compartimento de carga y la cabina del avión ante la mirada acongojada de la tripulación.
En una ocasión los tripulantes debieron llamar la atención al personal del aeropuerto para controlar la situación.
La aeronave trasladará hasta la base militar estadounidense ubicada en Kandahar dos plantas de tratamiento de aguas residuales y dos tanques que fueron fabricados en Costa Rica por los especialistas de la compañía ECC Centroamérica .
Esta empresa es la filial local de ECC Global, que ofrece servicios a organizaciones gubernamentales y comerciales en distintos campos relacionados con las tecnologías limpias.
“ECC Global fue contactada por la empresa Adco Europe como contratista general para desarrollar un proyecto de diseño y fabricación de seis plantas de tratamiento de aguas residuales. Dos de estas plantas se fabricaron en Costa Rica y cuatro en la India”, explicó el ingeniero Alejandro Fernández, de ECC Centroamérica.
En un tiempo récord de dos meses y medio, cerca de 40 especialistas costarricenses en metalmecánica trabajaron para tener listos los aparatos, cuya función es limpiar aguas residuales para poder ser reutilizadas.
Según detalló Fernández, las plantas utilizan la tecnología MBBR (Moving Bed Bioreactor).
Un biorreactor es una especie de recipiente o contenedor en el que se aloja el agua contaminada que está en constante movimiento.
En cada biorreactor se generan ciertas condiciones ambientales según el resultado que se persiga. En este caso particular se trata de un proceso aeróbico, es decir, requiere de oxígeno para facilitar la reproducción de los microorganismos responsables de remover las impurezas orgánicas del agua.
Fernández aclaró que el agua queda libre de contaminación para ser utilizada en labores cotidianas, pero no es potable.
Cada una de las dos plantas de tratamiento pesa cerca de 15 toneladas y tiene la capacidad de procesar entre 300.000 y 400.000 litros de agua al día.
El proceso para remover las impurezas orgánicas del agua tarda entre seis y ocho horas.
Según Fernández, una de las ventajas de estas plantas es la capacidad de tratar grandes volúmenes de agua en un espacio reducido, cuyas dimensiones son 12 metros de largo, 2,20 de ancho y 2,50 de alto.
El costo de cada equipo fue de $150.000. Además de las dos plantas, el Antonov transportará a Afganistán un tanque para homogeneización y otro para almacenar los lodos o residuos finales que se generan luego del proceso.
La aeronave llegaría a su destino el próximo 29 de abril.