Hace casi 50 años, Angela Davis pasó de ser una desconocida profesora principiante de Filosofía de la Universidad de California a convertirse en una de las activistas más famosas del mundo, una figura de la izquierda global e incluso un ícono cultural, cuya imagen, con su peinado afro característico, ha sido reproducida en múltiples formas.
Como parte de ese amplio reconocimiento, no pocos artistas le han dedicado sus obras y canciones. En 1971, Pablo Milanés compuso su Canción para Angela Davis. En 1972, los Rolling Stones le dedicaron la canción Sweet Black Angel. El mismo año, John Lennon y Yoko Ono la apoyaron con la canción Angela , de su álbum Some Time in New York City.
Pero, ¿cómo llegó una académica así a convertirse en una figura tan magnética?
Vida de lucha
Davis nació en 1944 en Birmingham, Alabama, en un barrio al que llamaban la “Colina Dinamita” debido a la gran cantidad de casas de familias afroamericanas atacadas con bombas incendiarias por integrantes del Ku Klux Klan.
En esa zona se ubicaba la iglesia bautista de la calle 16, que en 1963 sufrió un atentado en el que fueron asesinadas cuatro niñas negras. Decenas de personas también resultaron heridas. Davis conocía a las niñas víctimas del atentado y a muchos de los afectados. Algunos de los recuerdos de su primera infancia “son el sonido de la dinamita explotando”, ha dicho Davis. Por eso, asegura, “el terrorismo es parte de nuestra historia”.
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Como hija de activistas por los derechos civiles en esa convulsa época en los Estados Unidos, Davis comenzó sus luchas sociales desde que estaba muy joven en su ciudad natal y luego en otros lugares. Se involucró en movimientos contra la segregación racial, contra la opresión de clase y contra el patriarcado.
En su vida universitaria, en Estados Unidos y Alemania, fue estudiante de Herbert Marcuse, quien dirigió su tesis, inicialmente tutelada por Theodor Adorno. Davis recibió gran influencia de Marcuse, especialmente su idea de que era un deber del individuo rebelarse contra el sistema.
Sin embargo, fue hasta 1969 cuando empezó a ser reconocida internacionalmente, ya que fue destituida de su puesto como profesora en el Departamento de Filosofía de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA), por su activismo político y su membresía en el Partido Comunista. Su despido fue promovido por Ronald Reagan, en aquel momento gobernador de California, quien juró que ella nunca volvería a enseñar en una universidad de ese estado.
El despido de Davis por su pertenencia al Partido Comunista y al movimiento del Black Power fue una fiel demostración de que la caza de brujas del macartismo todavía estaba presente y de que los grupos poderosos de Estados Unidos no estaban dispuestos a dejar que la voz fuerte y combativa de una mujer negra fuera escuchada libremente. Al año siguiente de su despido, Angela Davis se hallaba encarcelada, acusada de asesinato, secuestro y conspiración.
En 1970, Davis fue puesta en la lista de los “diez más buscados” por el FBI como resultado de cargos falsos presentados en su contra por su supuesto involucramiento en la campaña para liberar de la cárcel a unos activistas negros (los llamados Hermanos Soledad). Esto llevó a Angela a vivir en la clandestinidad.
En su Autobiografía, editada en su momento por Toni Morrison (ganadora del Nobel de Literatura de 1993), narra el proceso de ser perseguida por el FBI y la necesidad de ocultar incluso su característico afro bajo una peluca lacia.
Todo el proceso culminó en uno de los juicios más famosos en los anales de la historia contemporánea de los Estados Unidos, en el que ella participó en su propia defensa. Durante los 16 meses que duró su encarcelamiento, se organizó una masiva campaña internacional denominada Free Angela Davis. Finalmente, fue absuelta de todos los cargos en 1972.
Mirada combativa
En su libro If They Come in the Morning..., escrito mientras estaba encarcelada, Angela Davis plantea su visión, desde adentro, de lo que son los prisioneros políticos: “Se han opuesto a las leyes injustas y explotadoras, a las condiciones sociales racistas en general, con el fin último de transformar estas leyes y la sociedad en un orden armonioso con las necesidades materiales y espirituales y los intereses de las grandes mayorías”.
“Sabía que mi libertad tendría sentido solo si la empleaba para conseguir la liberación de aquellos cuya situación yo he compartido”, confiesa también en su Autobiografía.
Ese interés por transformar la sociedad en un lugar armonioso con las necesidades de las grandes mayorías es lo que ha guiado el activismo político de Davis en las décadas posteriores a su liberación. Como candidata a la vicepresidencia de los Estados Unidos por el Partido Comunista, en 1980 y 1984, también se destacó por vincular el género, la raza y la clase.
“Las alternativas que no aborden el racismo, la supremacía masculina, la homofobia, los prejuicios de clase y demás estructuras de dominación no conducirán, en último término, a la descarcelación”, ha escrito Davis.
Con su perspectiva ampliamente influenciada por el marxismo de la Escuela de Fráncfort y su “promesa emancipatoria”, como ella le llamó, y por los autores de la llamada Critical Race Theory, que trazan sus orígenes en el pensamiento abolicionista, Angela Davis es una pionera del análisis interseccional, aquel que advierte que la raza, la clase y el género operan juntos para darle forma a la desigualdad.
Este análisis interseccional, así como su propia experiencia, la llevaron a desarrollar el concepto del “complejo industrial carcelario”, considerado como un espacio para la encarcelación masiva de las personas de color, lo que lleva a una disminución de las prácticas democráticas y las libertades civiles.
La visita de Angela Davis a nuestro país llega en un momento en el que todas las formas de violencia se han exacerbado, en el que un creciente número de mujeres muere como resultado de la violencia sexista, en el que los discursos homofóbicos se han vuelto parte normalizada de la discusión política y en el que el racismo aflora una y otra vez entre las rendijas del mito de la blanquitud.
Por esos motivos, es importante su llamado a comprender la complejidad de los fenómenos históricos que llevan a que las diferentes formas de violencia continúen irrumpiendo en nuestras vidas, así como la interconexión que existe entre la violencia racista, la violencia sexista, la violencia homofóbica y la violencia xenofóbica.
“Si la gente me va a prestar atención después de que yo me vaya es porque los movimientos en los que he estado involucrada necesitan ser recordados. Las futuras generaciones necesitan reconocer que la organización de las masas por la justicia puede hacer la diferencia”, ha dicho Davis.
En la UCR
El 3 de abril, a las 6 p. m., Angela Davis, una protagonista de algunas las luchas sociales más importantes de nuestra era, visitará la Universidad de Costa Rica para ofrecer la Lección Inaugural del 2018. Se celebrará en el Teatro Popular Melico Salazar (las entradas están agotadas).
A pesar del juramento de Reagan de que Davis nunca volvería a enseñar en una universidad de California, ella pasó toda su carrera académica como profesora en distintas instituciones de ese estado.
En 1994 fue reconocida como Directora Presidencial (Presidential Chair) de Estudios Afroamericanos y Feministas de la Universidad de California, y actualmente es profesora emérita distinguida de la Universidad de California en Santa Cruz.