Darío Chinchilla U.
dario.chinchilla@nacion.com
¿Cuáles reto representó el papel de José Miguel para usted?
El reto más difícil fue separarme de los personajes originales porque yo era muy fan de la serie. Tuve que imprimirle una identidad propia a José porque conocía tanto a Jesse, y estaba tan fresco en la memoria, que era difícil separarme de aquellas escenas.
¿En algún momento se sintió intimidado ante la tarea?
Digamos que intimidado como tal no, sentía un poco de ansiedad porque Breaking Bad es una de las mejores series que han existido, y si no es que la mejor de los últimos tiempos. Teníamos que soltarnos de esa presión de que teníamos que llegar a cierto estándar porque si no hubiera sido muy difícil hacer lo nuestro e imprimirle nuestra identidad. Sentía que tenía que tenerle respeto al personaje porque sabía que Aaron Paul había hecho un gran papel en Estados Unidos, pero también porque es un papel que no es fácil de interpretar. Era un personaje que estaba sufriendo mucho siempre, que tenía una carga emocional muy grande. Después de haber grabado la serie, puedo decir que José es el papel que a mí más me ha tocado las fibras personales y con el que me he llevado más cosas a la casa porque me dejaba cansado después del día.
¿Cómo asumió la psicología del personaje de José?
En Latinoamérica y en Colombia estamos acostumbrados a personajes que tienen muy poquita profundidad. Son personajes que tienen muy pocas dimensiones, el bueno es bueno y el malo es malo. Sin embargo, todos vivimos en tonos de grises, y el atractivo de estas series es que muestran estas dimensiones y paletas de colores, y por eso la gente se quiere identificar tanto. Yo digo que José es una buena persona, ha tomado decisiones malas en la vida y se ha metido en líos en los que no debiera estar; pero es un personaje con un gran corazón y es sumamente vulnerable a su entorno.