Al final de un concierto de la Orquesta Sinfónica Municipal de Cartago, un hombre maduro se acercó a Federico Molina, director administrativo del ensamble, y le confesó que era su primer concierto sinfónico.
También le dijo que si hubiera descubierto lo especial que eran este tipo de conciertos, hace muchos años habría decidido comenzar a escuchar música clásica en vivo.
Experiencias tan sencillas pero que hablan tanto del poder de la música, son las que le confirman a Molina que en Cartago se está construyendo, con bases sólidas, el sueño de tener una orquesta sinfónica profesional.
Este fin de semana, los cartagineses podrán escuchar esta, su orquesta, en dos conciertos gratuitos titulados: De España al centro de Europa , mañana, a las 7 p. m., en la iglesia católica de Guadalupe, de Cartago; y el domingo, a las 11 a. m., en el Anfiteatro Municipal, en barrio El Molino.
Este viaje musical tendrá como protagonista el Concierto de Aranjuez , de Joaquín Rodrigo, obra cumbre de la guitarra. El segundo movimiento o adagio es mundialmente famoso, por su gran belleza.
Para interpretar el concierto para guitarra y orquesta, participará el guitarrista Luis Fernando Aguilar.
Completarán el programa del concierto la obertura My Homeland , de Antonín Dvorák, y, finalmente, habrá otro clásico de la música: el famoso vals El Danubio azul , de Johann Strauss.
El de este fin de semana será el tercer concierto de la quinta temporada oficial de esta agrupación.
Avance. Los actuales 45 músicos que integran la planilla del ensamble pasaron de interpretar obras sencillas, no tan técnicas, a composiciones cada vez más complejas. Esto retrata el avance musical de los integrantes y su director titular, Iván Arguedas.
Trabajan con el objetivo de que la llamada Vieja Metrópoli disfrute un ensamble de este tipo, que se deleite con la música e, incluso, se sientan orgullosos de ver cómo, con una porción importante de talento local, se construye el sueño sinfónico.
Cuando el reloj marcó las 3:30 p. m. del sábado 19 de mayo, en Cartago, el sol aún ofrecía algo de calor, aunque las nubes grises anunciaban que llegaría la lluvia, tarde o temprano, pero llegaría.
En el interior del Anfiteatro Municipal de Cartago, la gran mayoría de músicos estaban listos con sus instrumentos, tenían las partituras frente a sus ojos; sin embargo, en la plazoleta fuera del edificio, una banda rítmica ensayaba con toda intensidad y el retumbo de los tambores superaba notoriamente a los violines.
El edificio no está insonorizado, algo que queda pendiente si la Municipalidad desea ofrecer un espacio que funcione para ofrecer recitales de este tipo de orquesta. Esto puso a prueba la paciencia y deseos de seguir del ensamble, que, una hora después de lo programado, lograron comenzar el concierto.
Como este, la Orquesta Sinfónica Municipal de Cartago enfrenta, mes a mes, retos de todo tipo en su afán de continuar.
Escribir la historia en esa provincia no es sencillo; ellos lo saben bien. Se transformaron en la primera orquesta sinfónica profesional que ha dado Cartago. Según revisiones históricas hechas por Molina, en el último siglo, Cartago solo contó con orquestas de salón, con algunos instrumentos de cuerdas pero, con pocos integrantes; todas fueron agrupaciones efímeras.
“En los años 90, la Fundación Orquesta Sinfónica Juvenil Municipal de Cartago dio inicio a una banda sinfónica, dirigida por Gerald Brown, iniciativa privada con fondos municipales. Luego, el proyecto no se pudo sostener; nunca llegó a convertirse en una orquesta”, recordó el director administrativo.
En aquel entonces, era un modelo que intentó copiar sin éxito la estructura de la Orquesta Sinfónica Juvenil durante la década de 1970.
En 1997, Molina asumió la dirección de la Escuela de Municipal de Música de Cartago; en ese entonces, tenía 42 estudiantes. El centro de estudios comenzó a crecer en número y sus estudiantes en talento.
Fue entonces cuando el director pensó en reunir algunos estudiantes para tocar música de cámara. No solo lograron dar algunos recitales, sino que, poco a poco, se transformó en una orquesta juvenil, la cual tuvo a diferentes músicos como directores, entre ellos Luis Adolfo Víquez, Manuel Carpio, Susan Campos, José Antonio Mora y, finalmente, Iván Arguedas.
Crecer musicalmente, el verse interpretando cada vez más obras en público y con el apoyo de Rolando Rodríguez, actual alcalde, en el 2007, comienzan a dar forma en el papel a un gran proyecto sinfónico.
“Teníamos como 400 estudiantes (en el 2007) en la escuela, como 30 avanzados. Además, nuestra fórmula tenía otros ingredientes, como que en cada sección pondríamos a un profesor e invitamos a Wálter Field , quien se transformó nuestro primer concertino; luego, llamé a Arguedas”, agregó Molina.
Del saxofón a la batuta. La vida da giros inesperados, eso es algo que vivió en carne propia el director titular de la orquesta: Iván Arguedas. Él estudiaba saxofón en la Escuela de Música de Tres Ríos; una noche no llegó el profesor y director de la banda y le pidieron a él que los dirigiera.
Esa experiencia lo marcó e hizo que cuando cursaba el bachillerato en su instrumento, decidiera descubrir si en realidad le interesaba tanto ser director. No solo lo confirmó, de la mano de profesores como Luis Diego Herra , Juan Manuel Arana y Agustín Cullel, sino que llevó paralelamente la carrera de Dirección de Orquesta.
El deseo de poner en práctica lo aprendido calzó de maravilla con los planes orquestales que se gestaban en Cartago.
Como director, le interesaba dar espacio a solistas costarricenses, al igual que ofrecer repertorios que fueran distintos, en la medida de lo posible, a los que ofrece la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN).
De las palabras pasaron a los hechos. El 24 de mayo del 2008, en el Palacio Municipal de Cartago, dieron su primer concierto, con el pianista Manuel Matarrita como solista.
Primeros pasos. En el 2008, ofrecieron un total de cuatro conciertos, con dos presentaciones cada una en cada ocasión. Desde el 2009 y hasta este año, las temporadas son de cinco conciertos, con dos presentaciones cada uno.
Comenzar no fue sencillo, recordó Arguedas. Algunos de los músicos, estudiantes tanto de la escuela municipal como universitarios, nunca habían tocado en una orquesta.
Además, la sección de cuerdas no tenía un desarrollo amplio; por eso, la opción fue ofrecer repertorios más sencillos.
En un ejercicio de autoevaluación, el director cree que en el 2009 dieron un salto cualitativo, que se evidenció especialmente en el concierto que ofrecieron por primera vez fuera de San José, el 20 de setiembre , en el Teatro Melico Salazar.
“Nos preparamos muy bien. Tocamos una obra de Dmitri Shostakovich. Tocamos un concierto del ciclo Chopin (en la Universidad de Costa Rica); nos han invitado al Festival de Música Credomatic, hemos tenido solistas internacionales y ¡hasta don Andrés Sáenz nos hace críticas!”, explicó el director.
Superación. Tanto Federico Molina como Iván Arguedas no son de buscar los puntos débiles; ellos prefieren encontrar el camino para mejorar. No obstante, reconocen que hay dificultades que superar.
Una de las más importantes es consolidar un grupo estable de músicos para todos los conciertos. Molina detalló que existe una demanda de buenos instrumentistas y eso hace que muchachos con los que vienen trabajando y, de alguna manera terminando de formar, son contratados por otros grupos.
Actualmente, la Orquesta Sinfónica Municipal de Cartago tiene una base de músicos profesionales, algunos de amplia trayectoria, como el concertino Peter Nitsche , también integrante de la OSN.
El resto es una combinación entre estudiantes avanzados de la carrera de Música de las universidades estatales y alumnos destacados de la Escuela Municipal de Música.
Un buen ejemplo de cómo el ensamble aprovecha el semillero propio –como lo llaman Molina y Arguedas– es el joven fagotista Manuel Carpio. Desde los siete años, este vecino de Cot de Oreamuno ingresó a la Escuela Municipal de Música.
En 1997, año de su ingreso, solo se podían tomar clases de piano o violín; él optó por las cuerdas. Una fractura en el brazo lo mantuvo alejado y cuando, un par de años después, logró recuperar la movilidad, la sonoridad del fagot lo sedujo.
Desde los 15 años, estudia el singular instrumento. Actualmente, a sus 21 años, está por finalizar su bachillerato en Fagot con la experimentada Isabel Jeremías .
Carpio es de los jóvenes avanzados con los que la orquesta comenzó labores en el 2008. Aunque se ha perdido algunos conciertos a causa de estudios, sigue adelante con el ensamble musical.
“Para mí, la orquesta es importante porque aquí comencé mi formación como músico. Una de las razones más fuertes para estar en la orquesta es que soy de Cartago. Por eso, me identifico mucho con el proyecto; es importante que una agrupación dé a conocer la música de todos estos compositores y lleven conciertos de extensión cultural”, aseguró.
Los responsables de este proyecto aseguran que, con el paso de los años, el público crece, ya tienen suficiente audiencia como para llenar distintas presentaciones en la basílica de Nuestra Señora de los Ángeles.
En el mediano plazo, sus directores sueñan con que sea una orquesta con unos 60 miembros, en su mayoría de la provincia; también, anhelan que todos sus integrantes sean músicos profesionales y encontrar un mecanismo que les asegure el financiamiento y garantice su futuro.