La mañana de este viernes, la violista Winnie Camila Berg no se encontraba celebrando todavía su vigésimo sexto cumpleaños. Se dedicaba, más bien, a perfeccionar ciertas notas de la Serenata de la Luna . El maestro Eddie Mora estaba a la batuta; las cuerdas de la Orquesta Sinfónica Nacional , frente a ella.
La composición de Carlos Castro estaba siendo grabada fragmento por fragmento en la sala de ensayos del Centro Nacional de la Música, en Moravia, pues se incluirá en el próximo disco de la Sinfónica.
El álbum será la segunda parte del que le dio una nominación al Grammy Latino . En setiembre del 2013 la OSN grabó el álbum ‘Música de compositores costarricenses, vol. 1’, con el repertorio: ‘Vals Leda’, de Julio Fonseca, ‘Concierto para clarinete y orquesta’, de Carlos Escalante, ‘Los caminos de la noche’, de Eddie Mora, y ‘Curubandeando’, de Vinicio Meza. Este álbum fue nominado al Grammy Latino 2014, en la categoría de Mejor Álbum de Música Clásica.
Música de compositores costarricenses, vol. 2 tendrá obras de William Porras, Alejandro Cardona y Carlos Enrique Vargas.
Calma. ¿Qué requiere semejante proyecto? En primer lugar, silencio. “Grabamos, por favor, desde 55”, dijo Mora, fijándose primero en la partitura. El compositor se encontraba detrás, colaborando con el proceso de grabación con el ingeniero Carlos Chávez y el compositor Sergio Delgado.
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“Con toda la calma del mundo”, recomendó Mora a la violista. Para registrar una obra como esta, en cinco movimientos de vivaz energía, deben separarse en fragmentos y afinar al máximo el diálogo entre los distintos instrumentos.
La Serenata de la Luna se escribió para guitarra y se ha adaptado también para clarinete. “La viola es el instrumento que mejor le sienta, porque, entre las cuerdas, es el más oscuro”, opina Castro. “Es una obra muy romántica; remite a la música del siglo XIX, a toda la música de la noche de esa época”, considera el compositor.
A través de grabaciones, el público y los músicos tienen acceso a una historia poco difundida. “Logramos reactivar para el repertorio una obra muy importante, la Sinfonía en mi menor de Carlos Enrique Vargas, escrita en 1945, cuando tenía 26 años. Nunca ha sido grabada de forma profesional”, explica Mora.
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Aunque sea ejercicio ocioso, podemos imaginar cuáles rutas habría tomado la música si hubiese tenido la oportunidad de estudiar más piezas como esta. “El acabado de la sinfonía, la orquestación, el trabajo armónico, contrapuntístico, son de muy buena calidad. Retrata bien el mundo sonoro que don Carlos vivía”, describe Mora.
Contrasta con el Son Mestizo II de Cardona (1992) y la Rapsodia para orquesta , de Porras (1975), que siguen sendos caminos de expresión musical.
William Porras compuso su Rapsodia para orquesta cuando era estudiante de Bernal Flores. Fue su tesis de graduación, en 1975, y con ella se convirtió en el primer graduado de la licenciatura en composición de la Universidad de Costa Rica. ‘Es muy diferente de la música de Vargas: maneja otro lenguaje, otra rítmica, con los pies puestos en el siglo XX’, explica Mora.
‘Mientras que la pieza de Vargas apela a la armonía tradicional, funcional, los acordes que se entrelazan unos y otros, Porras atiende a una escogencia interválica, a una serie de notas. Le sirve de base para componer toda la obra: el acercamiento armónico es completamente diferente. El abordaje de la orquesta es mucho más agresivo; más invasiva’, añade.
Lamentablemente, no es conocida porque no se ha grabado formalmente ni se ha difundido. En el disco se incluye también el ‘Son mestizo II’. ‘Cardona tiene una característica, que es que su música guarda una unidad en las últimas décadas: énfasis en el rito, la estridencia instrumental, y el tema, pues apela a la cultura mesoamericana. Sentís esas melodías cortas, rápidas, interpretadas por instrumentos de viento en melodías cortas. Esa fragmentación caracteriza la obra de Cardona’, considera Mora.
¿Cómo dialoga la producción con el primer volumen? “Es lo interesante de la música costarricense: es imposible tener una unidad estilística. Se trata de esa variedad que ha escogido cada compositor para expresarse lo que le da la unidad”, considera Mora.
El proceso de grabación tomó toda la semana. Edición, mezcla y masterización seguirán en noviembre y saldrá al mercado en abril. Es un proceso extenuante, pero para cualquier músico, un honor. Doble fiesta, pues, para la violista, a quien sus compañeros sorprendieron con el Feliz cumpleaños durante la pausa.
Al volver del receso, Winnie Camila Berg colocó un platito con queque de chocolate y lustre rosado en la mesa, sin retirar la viola de su hombro. Seguía otra hora de perfeccionamiento del sonido.