Cuando calienta El Sol, Costa Rica baila, ama, goza, celebra y canta a más no poder. Eso se confirmó la noche de este jueves 8 de febrero, en el concierto que el mexicano Luis Miguel ofreció en el Estadio Nacional, en La Sabana.
Miles de personas abarrotaron el recinto deportivo para ver a la estrella brillar en todo su esplendor. Fue un espectáculo redondo en el que hubo de todo: gritos, aplausos, propuestas indecorosas y un Luis Miguel que, aunque tuvo poco contacto con el público, proyecto una energía contagiosa en tarima.
Esa energía, precisamente, hizo que la audiencia apasionada perdonara sus pocas palabras. Al fin y al cabo, no vinieron para que el mexicano les hablara, sino para que les cantara.
Y es que sí, Luis Miguel, además de vigoroso, se sintió cómodo y proyectó felicidad por volver a nuestro país, un lugar que desde el inicio de su carrera siempre le mostró apoyo y afecto. Ese cariño lo devolvió el mexicano con un semblante alegre y hasta divertido.
La primera canción de la noche fue Será que no me amas. El coro de “no culpes a la noche, no culpes a la playa”, sonó fuerte en el Estadio Nacional, como si hubiera sido la celebración de un golazo de la Sele.
Los típicos brinquitos que lo identifican al bailar y la cadencia de sus piernas y sus caderas no faltaron en la velada. La verdad es que, pese a todo lo que se ha hablado sobre su desempeño en concierto, la pasión de Luis Miguel por sus seguidores y por las canciones que lo hicieron grande, lo hacen darlo todo cuando se presenta en vivo.
El repertorio fue de clásicos. La segunda canción que interpretó fue Amor, amor, amor, pero después siguió la maravillosa Suave. Fue una descarga de energía que, con el inicio del show y sus primeras canciones, prometía que la noche fría iba a calentar muy pronto.
Después de la potente y muy movida descarga musical, llegó el momento para la primera balada, una que erizó la piel por la intensidad que Luis Miguel imprimió a la interpretación. Fue con Culpable o no que los brazos se extendieron hacia el cielo y se movieron de un lado a otro en señal de apoyo a aquella frase tensa, realista y lapidaria: “Miénteme como siempre, por favor, miénteme”.
Una pausa intensa y a seguir
Las luces de la tarima y las pantallas se apagaron por unos segundos. El silencio se sintió en el estadio, pero, la verdad, es que fue poco el tiempo que se tomó Luis Miguel para recuperar el aire de la primera parte del recital. El Sol, de repente, ya estaba de nuevo complaciendo con otro éxito.
Con el sentimiento que siempre lo ha caracterizado, interpretó Te necesito y después la maravillosa Hasta que me olvides. La introducción del piano, acompañado por una espectacular percusión, dieron las primeras señas de la conocida pieza.
Apenas sonaron las primeras notas musicales, el estadio entero se entregó en un grito de amor que resonó hasta lo más profundo de los miles de corazones, que sintieron el esplendor de una de las canciones más hermosas del repertorio de Luis Miguel.
En esta interpretación, precisamente, el artista tuvo su primera interacción con sus fans. Cuando iba a comenzar el coro, les pidió que lo acompañaran a cantarlo. Tampoco faltó uno de los ya conocidos gestos del artista a su equipo técnico, pidiéndole que le subieran el volumen a su micrófono.
Una vez más hubo otra pausa. Esta vez duró un poco más que la primera, lo que provocó los silbidos y los gritos de la gente que llegó a verlo. La verdad es que, en ese momento, se percibió un ambiente de molestia.
Sin embargo, al volver al escenario, el brillo del Sol opacó cualquier incomodidad. En escena, el mexicano se hizo apoyar por un grupo de mucho nivel, que rápidamente se echó el público a la bolsa. Los músicos bailaron y disfrutaron al máximo de su presentación, en especial la sección de vientos, ubicados al fondo y en lo más alto de la tarima.
Después de la pausa, Dame y la sentidísima Por debajo de la mesa, con una interpretación distinta a la versión original, llegaron a la garganta de Luis Miguel. Aquellos temas provocaron en el público una reacción de pasión incontrolable. En esta última, hau que decirlo, los dotes vocales del artista relucieron al máximo.
Y con No se tú, otra vez, la voz lució impecable.
Emociones al máximo con Luis Miguel
El repertorio de Luis Miguel viaja entre clásicos y éxitos. Su trayectoria no puede resumirse fácilmente, así que juntar en un solo show sus mejores canciones, es un trabajo complicado.
Sin embargo, la lista de canciones que escogió el mexicano para su presentación en Costa Rica dejó complacidos a todos sus fans. Desde las baladas y los boleros más románticos, hasta las piezas más bailables y enérgicas estuvieron en el recital en suelo tico.
Justamente, por esa necesidad de complacer a todos, es que el intérprete utilizó la fórmula de hacer popurrís de las piezas. Así pasó con Como yo te amé, Solamente una vez, Somos novios, Todo y nada y Nosotros, de las cuales cantó un poquito de cada una.
Si ya de por sí la velada fue emotiva, el momento en el que Luis Miguel cantó a dúo con los fallecidos Michael Jackson y Frank Sinatra, puso una nota realmente llena de sentimientos. Gracias a la tecnología, el mexicano juntó su voz a estas dos grandes estrellas mundiales en Blame It on the Boogie y Come Fly with Me.
Jackson y Sinatra aparecieron en las pantallas gigantes mientras la orquesta de Luis Miguel hacía de las suyas en la tarima.
Con Oro de ley volvió la onda bailable, con el fin de calentar el ambiente y preparar las gargantas para lo que se venía, que era algo fuerte. Con fría como el viento y Entrégate, Luis Miguel removió muchos recuerdos, pues evocó los gloriosos momentos que experimentó al principio de su carrera.
Para el cierre de esta edición llegó lo que muchos esperaban: el repertorio más mexicano del Sol. La fiesta del mariachi y la icónica La Bikina fueron las grandes protagonistas.
La despedida estaba por llegar, pues en el concierto todavía quedaban por sonar temas como Palabra de honor, La incondicional, Ahora te puedes marchar y Cuando calienta el sol, pues cuando el astro calienta, sí que calienta, y Luis Miguel lo sabe.