El nombre Geoff Tate aparece sin falta cada vez que algún medio hace un ranking de los mejores cantantes del rock pesado. Su voz es un sello y su nombre un respaldo de calidad.
Un amplio rango vocal y el dramatismo en su interpretación marcaron la discografía del grupo Queensrÿche durante casi tres décadas. La banda estadounidense se convirtió en modelo para grupos de metal progresivo que vinieron después, otorgándole un rango de ícono al frontman.
LEA MÁS: Crítica de música: Rhapsody fue sinfónico, pesado y legendario
A sus 64 años su voz mantiene el carácter teatral y la potencia dominante. Es cierto que ya no tiene el mismo alcance para las notas más altas, pero digamos que Tate mantiene poderío vocal, eso sí, considerando inevitables los efectos de la edad y el cansancio de sus cuerdas vocales.
Si bien desde hace casi 10 años su otrora banda y él tomaron caminos separados, Tate se presenta con material de la discografía que lo dio a conocer. Su primera visita a Costa Rica, justamente, honró el legado de dos de esos álbumes legendarios.
La primera parte repasó de inicio a fin el disco Rage for Order (1986), un trabajo que salió cuando el metal progresivo no existía formalmente, sino que todavía se estaba moldeando con la influencia de diferentes sonidos.
El comienzo del show, con Walk in the Shadows, funcionó como abrebocas por la emoción que carga el tema. Más adelante, la voz de Tate se mostró enérgica en momentos cumbre como I Dream in Infrared, que cierra con una nota vocal interminable, igual que con la dramática London. Antes del intermedio, la hermosa balada I Will Remember mandó al cantante y compañía al camerino con otro recordatorio del ping-pong que hace la música de Queensrÿche, entre temas pesados y otros nostálgicos, pero siempre de excelente factura.
LEA MÁS: Crítica del Festival Picnic: Rocos roqueros y el paupérrimo show de Eladio Carrión
Para encarnar a la banda que publicó todo este repertorio originalmente, se requieren músicos de altísima calidad. Las composiciones se caracterizan por un juego detallado entre dos guitarras protagónicas, mientras que la sección rítmica es clave para acentuar la fuerza y complejidad del repertorio.
Tate supo acompañarse con artistas que logran emular el sonido del Queensrÿche auténtico y que, además, tienen gran presencia escénica, algo que el mismo cantante busca para que resalten los solos y pasajes instrumentales. Las guitarras de Kieran Robertson (Escocia) y Alex Hart (EE.UU.) destacan desde los arpegios inconfundibles hasta la alternancia de solos esplendorosos, pero además ambos hacen coros, igual que el tecladista Bruno Sa (Brasil). Por su parte, el bajista Daniel Laverde (EE.UU.) y el baterista Jack Ross (Escocia) conforman una base rítmica sólida.
La segunda parte del concierto fue ocasión para el disco Empire (1990), el cual está cargado de éxitos. Uno de estos temas, Silent Lucidity, inclusive se convirtió en el hit que llevó a la banda a las televisoras en su momento. Tate, en esta canción, empieza con su registro más grave para luego explotar con agudos en una pieza que, como él mismo dijo en concierto, es significativa emocionalmente para muchas personas. Para esta segunda parte, el cantante demostró su capacidad tocando saxofón (en The Thin Line), pero también cedió un poco más el micrófono al público, para él descansar a ratos. Al final, hasta el coro del mismo tema Empire quedó en voz de la audiencia.
El concierto cerró con 23 canciones, en una noche para la nostalgia. A fin de cuentas, fue ocasión para poder presenciar una ejecución precisa, de un vocalista con espuela que aún no se agota y que sabe dar un show memorable.
Ficha técnica
Lugar: Pepper’s Club.
Fecha: 1.° De febrero.
Artista: Geoff Tate.
Artista Invitado: Slavon.
Organización: LPG Productions.