Dos soñadores apasionados de la guitarra unieron sus conocimientos y esfuerzos para concretar una idea que al principio parecía imposible. El guitarrista Aldo Rodríguez y el luthier (constructor de instrumentos de cuerda) Eduardo Bossa diseñaron un instrumento que para ellos significa la evolución natural de la guitarra.
Alfa tiene dos brazos y 12 cuerdas que le permiten al instrumento contar con una octava más alta. Ese segundo brazo suma registro y aumenta las posibilidades tímbricas y de tesitura y así amplía los recursos para hacer música.
Rodríguez, cubano radicado en Costa Rica, y Bossa, colombiano, trabajaron hombro a hombro en la conceptualización, diseño y construcción del instrumento. “Es una pareja de guitarras enamoradas. Son el complemento una de la otra”, explicó de manera romántica Rodríguez, quien tiene más de 50 años de ser intérprete concertista de guitarra clásica y profesor.
La idea surgió a partir de la experiencia que Rodríguez ha acumulado a lo largo de su trayectoria, de sus viajes y visitas a grandes museos del mundo. “Mi maestro, en una clase cuando yo tenía unos 23 años, hizo un comentario que me quedó dando vueltas en la mente por mucho tiempo. ‘Yo no entiendo por qué a la guitarra le agregan bajos, cuerdas al aire hacia los graves. La guitarra no lo necesita, porque ya es un instrumento grave que suena una octava baja de lo que se escribe en el pentagrama’, me dijo”, recordó el artista.
Rodríguez fue alumno del prominente maestro cubano Isaac Nicola, quien a su vez fue pupilo del guitarrista clásico español Emilio Pujol cuya educación estuvo a cargo de Francisco Tárrega. “Tárrega fue el gran maestro de la guitarra clásica en el mundo. Tuvo alumnos que fueron los apóstoles que difundieron su escuela”, explicó el músico.
La idea de llevar un paso más allá a la guitarra clásica la estudió Aldo Rodríguez y la complementó con lo que pudo ver en museos como el Louvre, de París; el British, de Londres; o el Castillo de Milán. En esos lugares vio cómo algunos instrumentos de cuerda habían sido modificados a lo largo de la historia y así conoció, por ejemplo, la guitarra lira, la guitarra arpa y hasta una guitarra con dos mandolinas.
“Me pregunté por qué no existe la evolución natural de la guitarra como pasó con el piano o el arpa que se fueron expandiendo, no solo cambiaron su construcción técnica interior, sino que expandieron su registro. Con la guitarra lo único que se hizo fue mejorar el sistema de rejillas, buscar diferentes maderas, agregar tres o cuatro cuerdas; no tuvo una evolución aunque la guitarra sí es susceptible a tenerla”, explicó.
Con la inquietud presente, Rodríguez buscó a un luthier que, al igual que él, sintiera una pasión especial por el instrumento. Bossa fue ese cómplice perfecto.
El músico y Bossa ya se conocían desde hace varios años cuando Rodríguez fue maestro de guitarra del colombiano. “Encontré a alguien suficientemente loco que quería abordar algo nuevo, romper esquemas. Eduardo fue mi alumno en 1997, en Cartagena, Colombia. Después de prepararse en Europa se especializó en la construcción de guitarras con el mejor luthier de Colombia”, afirmó el guitarrista.
La concreción de un sueño
Bossa, quien desde hace más de seis años se profesionalizó como luthier, asegura que una guitarra como Alfa es algo muy raro en el mundo.
“En otros estilos hay más experimentación pero la guitarra clásica está bastante fija y establecida”, explicó el especialista.
En una conversación que empezó informal, Rodríguez le comentó al luthier que quería hacer una guitarra clásica con un segundo mango para extender más octavas en el instrumento, ya que para él era la evolución natural del mismo. Pronto el tema se tornó serio.
Durante más de tres años realizaron investigaciones, experimentos, cambios y arreglos hasta que estaban convencidos de haber encontrado el balance perfecto entre sonido, ergonomía y funcionalidad para empezar la construcción de la guitarra clásica de dos brazos.
Todo fue un proceso deliberado, cada detalle tiene una razón específica de ser. “La guitarra es un instrumento que lleva cientos de años, cambiar una cosa mínima puede parecer superficial pero no lo es. Al hacer un cambio se generan una serie de problemas que se tienen que resolver, estos problemas son estructurales, estéticos y acústicos. Esta guitarra no tiene nada de superfluo, es un instrumento que busca resolver los problemas que se generaron”, explicó Bossa.
Así fue como poco a poco el proceso fue llegando a buen puerto. Se usaron maderas tradicionales como el nogal para la caja de resonancia, los mangos son de cedro y el diapasón de ébano africano.
El diseño de los dos brazos tiene una especialidad y es que el segundo mango, que es el que busca extender el instrumento hacia los tonos agudos, no interfiere en la ejecución del primero. Este brazo está ubicado en un ángulo diferente, tiene una inclinación de unos 15 grados de diferencia con el primero para que ergonómicamente sea fácil para el guitarrista pasar su mano de uno a otro.
“Al cambiar el ángulo en el cual las cuerdas interactúan con el puente cambia el sonido, ya que las fuerzas se aplican de manera diferente y le da cierta dulzura. Las cuerdas agudas tienden a ser muy penetrantes, tienen un sonido fuerte; en esta guitarra se suaviza el sonido y se permite que combine mejor”, aseveró el luthier.
Para Rodríguez, como músico, la fusión de las dos guitarras en una es una manera de aprovechar el sonido. Aunque afirma que aún está creando la técnica para pasar de un brazo al otro, el instrumento es fácil de tocar.
“El brazo izquierdo es el que se desplaza, la mano derecha viaja entre las cuerdas sin problema. El segundo brazo tiene sus características específicas, es más pequeño a partir del cuarto o quinto traste, por eso las posiciones son muy cerradas. No funciona poner muchos acordes porque no van a salir limpios. Este es un instrumento sobre todo melódico para las melodías agudas y sus armonías arriba”, afirmó.
Rodríguez explicó que el repertorio musical se amplía gracias a este segundo brazo. Para él, si un músico tiene fantasía le puede sacar partido al instrumento porque se gana una octava.
Algunos ejemplos que presentó Rodríguez de música para interpretar en esta guitarra son el segundo tiempo del Concierto de Aranjuez (1939). “Los últimos movimientos apenas se escuchan porque son muy agudos, con esta guitarra sí se escuchan y son fáciles de ejecutar”, concluyó.
Otra obra que se puede aprovechar es la pieza Canarios, del compositor Gaspar Sanz, así como las obras originales para mandolinas de los conciertos de Antonio Vivaldi. “Estas obras se tocarían en la tesitura original, se tiene una mandolina sin ser mandolina. Con la técnica de la guitarra se gana otro instrumento”, finalizó Rodríguez.
Por el momento el músico seguirá perfeccionando la técnica y compartiéndola con sus alumnos, ya que es profesor en el Conservatorio de Castella y la Escuela Municipal de Música de Cartago.