Andrea Kader ha tenido amplias vivencias en el mundo de la moda. Se formó en Nueva York y París, ciudades líderes e influyentes en las últimas tendencias. Aún así, en su memoria hay un recuerdo muy marcado, siempre relacionado con el mundo del diseño: ella está en San José, tiene cinco años, y está en el cuartito en el que una costurera ajusta los vestidos de alta costura traídos de Europa que su bisabuela vendía en una glamurosa tienda.
La vida de Andrea ha estado influída por la moda, el arte y el diseño. Sus abuelos tuvieron fábricas textiles, su mamá es diseñadora gráfica y su hermana artista. Ella siempre quiso diseñar y su madre conserva la falda que ella se hizo, a los ocho años, con retazos que sobraban en el cuarto de costura.
El interés por los procesos de confección y crear sus propias piezas la llevaron a aprender a coser desde los 14 años y por ello comenzó a buscar una universidad en la que se pudiera formar como diseñadora de modas.
Estudió en Parsons School of Design, en Nueva York, e hizo una pasantía en BFA Fashion Design París, en esa ciudad se enamoró del upcycling, una técnica que utiliza como materia prima materiales desechados y los transforma en objetos de valor.
Desde hace un año esta josefina regresó al país y puso a andar su marca Andrea Kader, en la que justamente ofrece prendas, principalmente femeninas, que son elaboradas a partir de ropa de segunda mano, o en otros casos, especialmente en pandemia, diseña buzos con la técnica de cero desperdicio.
Una práctica amable con el ambiente
Las piezas que diseña esta costarricense entran en la categoría de moda usable. Se ven bien en pasarela y de igual manera en el día a día.
“Para mí toda mi carrera y lo que hago surge orgánicamente. Tienen razón de ser. Empecé con moda sostenible no por preocupación por el medio ambiente sino porque me fui a estudiar a París por un semestre y para hacer proyectos pedían ir a comprar telas y hacer piezas.
"Antes de comprar dijeron que en tiendas de segunda mano compráramos prendas, las deshicieramos e hiciéramos prototipos y luego prendas finales. Entré a tiendas y vi la cantidad de ropa botada de buena calidad.
"Empecé a transformarlas y en el proceso mis profesores y yo nos enamoramos (de la técnica) y esos prototipos terminaron siendo prendas finales. No se parecían en nada a las prendas que había desechado. Les metí tanto amor y cariño que terminaron siendo de alta costura, así lo determinaron los profesores”, contó Andrea.
Tras la buena experiencia se informó más sobre crear a favor del ambiente y sus ojos se abrieron a la necesidad de usar recursos ya disponibles para transformarlos en lugar de comprar telas, que además de ser más costosas económicamente, salen caras para el ambiente, destaca.
Las camisas, jeans, jackets, bolsos, entre otros, que son las principales piezas de la marca Andrea Kader tienen como principal insumo la mezclilla de segunda mano.
“Trabajo con lo que veo que la gente bota más. Por eso uso más mezclilla que es lo que la gente más compra y bota y que, además, es el mayor contaminante a la hora de hacer (por la cantidad de agua utilizada, entre otros factores). Hay que ser conscientes de lo que tenemos. Es mejor comprar unos jeans buenos, que siete malos”, sostiene.
Según datos de Vogue, la industria de la moda es la causante del 8% del total de las emisiones de carbono a nivel mundial, ese número es mayor al porcentaje que suman las industrias de la aviación y la mensajería. Por esto y más, es que desde hace varios años se hacen esfuerzos para promover el uso de moda consciente.
“La idea de mi ropa es que sea diferente, única (no pueden haber dos piezas iguales), versátil y que sea usable. Que sientan que tienen una pieza especial que nadie más la va a tener. Que no sientan que están disfrazados. No veo mi ropa en museos. La quiero ver en las calles”.
--¿Cuál es su misión en el universo de la moda?
--Mi misión es educar a las personas a consumir responsablemente. Que paren de comprar fast fashion (moda rápida) y que apoyen el diseño sostenible y consuman local. Yo pienso en hacer felices a las personas con lo que usan y con lo que compran. Es transmitir felicidad, buenas energías y el deseo de ser consumidores responsables.
Además de sus creaciones upcycling, en estos tiempos de pandemia, Andrea se reinventó y empezó a crear, con materiales locales, buzos y sudaderas; si bien los insumos no son reutilizados, ella trabaja con la técnica de cero desperdicio y, por ello, de los retazos sobrantes confecciona colas o bolsitos.
Sobre la idea de probar con otros materiales, como con el cuero vegano de piña, con el que trabajó en colaboración con una compañía de Londres, Andrea dice que de explorar esos insumos lo haría solamente si se producen localmente.
Por ahora, Andrea tiene su taller en su casa en Santa Ana y cuenta con dos colaboradores: una costurera y un encargado de mensajería.
Trabajo visible
En setiembre el trabajo de Kader fue expuesto en una vitrina vista por millones de espectadores: ella presentó por primera vez una colección en el Nueva York Fashion Week, en el marco del show The Ones To Watch organizado por Flying Solo.
Esta oportunidad le permitió relacionarse con stylist de revistas y de videos musicales interesados en sus prendas. Por ahora no puede revelar en qué espacios aparecerán sus piezas, mismas que ya se han mostrado en las páginas de Vanity Fair London.
En octubre, Andrea también mostró sus diseños en la edición digital del Costa Rica Fashion Week.
Si desea conocer más de los diseños de esta costarricense puede visitar su página andreakader.com. Los costos de las piezas van desde los $55. Los precios se manejan en dólares, pues algunos de sus clientes son de otros países.