No solo de pan vive el hombre. También de carne y del exquisito placer de saborear un buen corte a la parrilla.
Los aromas, el color rojizo a lo interno del filete, los jugos, hasta el vino con que se maride y hasta un tango de fondo entran a jugar en esta experiencia a la que bien le vendría el calificativo de deleite.
Eso sí, se trata de un arte que difícilmente se podría recrear en una parrillada casera. Lo mejor es dejarlo en manos de un verdadero conocedor del sabor y las tradiciones de la Pampa argentina.
El sétimo local de El Novillo Alegre recién abrió sus puertas en el centro comercial Plaza Mango, en Alajuela, y es uno de esos sitios en los que vale la pena darse el gusto de pagar por un buen almuerzo o una cena.
Aunque es famoso por su especialidad en el bife de chorizo (también conocido en otras regiones como lomo ancho o New York steak ), este restaurante también sirve otros tres de los más populares cortes de la parrilla argentina: lomito, cuadril y entraña.
Sin embargo, pese a su vocación de carnes rojas, la cartilla es mucho más amplia e incluye también pulpo a la parrilla o en cazuela, salmón, atún, corvina, pollo, cordero y vegetales grillados.
Algunas de las recetas, de hecho, tienen una marcada influencia de la cocina vasca, de donde proviene el propietario de la cadena, Martín Aldaburu.
Nacido en Pamplona, España, se marchó a vivir a Argentina a los 4 años y, desde hace otros 20, radica en Costa Rica. Su paladar fue bendecido con una mezcla de tradiciones de dos grandes de la cultura culinaria, pero también por los secretos más recónditos de la Pampa.
Pasados los años en Costa Roca, Aldaburu olvidó cómo hacer su propio chorizo, así que llamó a Daniel Larrainé, carnicero de su pueblo, Suipacha. Tantos kilos de papada de cerdo, tantos de res, tantos litros de vino y tanto de condimentos: así surgió la receta especial del chorizo que se prepara en El Novillo Alegre y que no se consigue en ningún otro lado.
De hecho, Ileana Alfaro, dueña de la franquicia alajuelense, opina que una verdadera experiencia en el restaurante debería comenzar por la tabla de chorizos, saborear el cuadril, beber un cabernet sauvignon y culminar con un panqueque de manzana con helado artesanal.
Luego de 18 años de cautivar paladares, para Aldaburu están muy claros los ingredientes secretos de su negocio: “Nobleza en la cocina, ternura en las carnes y el mejor servicio”.