El poeta turrialbeño y premio Magón 2006, Laureano Albán, falleció este domingo 5 de junio, según reportaron diversos medios locales. Las causas de su muerte se desconocen.
Laureano Albán, quien nació en 1942 y quien al momento de su deceso tenía 80 años de edad, estudió en la escuela de Santa Cruz de Turrialba, donde conoció al legendario poeta Jorge Debravo, con quien fundó el Círculo de Poetas de Turrialba.
Albán estudió Filología y Lingüística en la Universidad de Costa Rica y se doctoró en Nueva York.
LEA MÁS: Personaje del día: Laureano Albán
Al momento de ganar el Premio Magón, estas fueron las consideraciones del jurado: “por la larga y fructífera trayectoria cultural que se extiende desde la segunda mitad del siglo XX hasta hoy, durante la cual ha afectado y modelado en gran parte a tres últimas generaciones de poetas mediante cursos, talleres literarios, ediciones de libros y actividades culturales”, se lee en el acta.
El jurado también anotó que su obra se destacaba por ser “de alta calidad literaria y profundo significado cultural”.
Además, según el sitio web de la Dirección de Cultura de Costa Rica, Albán recibió el prestigioso premio “en reconocimiento a su poética e influencia internacional”.
El mismo sitio web describe que, en la obra de Albán, “se detallan temas sociopolíticos y existencialistas que buscan despertar, activar y vivificar en el lector la sensibilidad trascendental del ser humano, las sensaciones dormidas”.
Vida cultural
En los años sesenta, junto a su amigo Debravo, Albán creó en San José el Círculo de Poetas Costarricenses, que vendría a influir en la literatura de esa época y en las generaciones posteriores.
Albán lanzó en 1977 -ya después de haber publicado varios poemarios y un esbozo crítico de la poesía costarricense-, el Manifiesto trascendentalista junto con Julieta Dobles, Rónald Bonilla y Carlos Francisco Monge. A la fecha, esta obra sigue recordándose como un momento cardinal para la producción editorial de Costa Rica.
En distintas semblanzas, se recuerda a Albán como un hombre de carácter fuerte y muy sincero. “Unos dicen que es por su temperamento difícil, otros que es por su aparente vanidad. Lo cierto es que el poeta Laureano Albán es una figura siempre controvertida en la literatura costarricense”, escribió La Nación en el 2007 sobre su figura.
Albán también fue diplomático. En esas labores fungió fue ministro consejero en Madrid (1981-1983), embajador ante las Naciones Unidas en Nueva York (1983-1986), en Israel (1987-1990) y ante la Unesco (1998-2002).
Además, Albán obtuvo diversos premios en el extranjero, entre ellos el Adonáis de poesía (Madrid, 1979) por su libro Herencia de otoño, y el Premio Hispanoamérica de Literatura (Huelva, España, 1982) por la obra Geografía invisible de América, la cual se consideró innovadora y un referente.
En Costa Rica obtuvo el galardón Aquileo J. Echeverría en dos ocasiones, una en 1980 y otra en 1993. Estos reconocimientos hicieron que su popularidad creciera y que su nombre fuera recurrente en la conversación cultural de nuestro país desde entonces.
Entre sus obras más destacadas se encuentra Herencia del otoño, Autorretrato y transfiguraciones, Aunque es de noche, El viaje interminable, Todas las piedras del muro, Los nocturnos de Julieta, El libro de los sabios que nunca han existido y Eros Aeternus.
En el 2011, además, la editorial italiana Passigli seleccionó 30 poemas de Albán para su traducción. “Fue una profunda sorpresa que la Editorial Passigli, quizá la mejor editorial italiana especializada en poesía extranjera, decidiera publicar esta antología bilingue”, dijo en su momento el poeta tras el hecho, que significó un gran paso para internacionalizar sus versos.
Anecdótico discurso
Es muy recordada la forma en que Albán recibió el Premio Magón, en el 2007. En la crónica del evento ceremonial, publicada por La Nación en ese momento, se lee que “a las 8:15 p. m., Albán abandonó el podio, donde tradicionalmente el nuevo Magón da su discurso, y se apropió del escenario para hacer de las suyas”.
“Allí leyó poemas propios y ajenos, alabó a los poetas de su grupo –incluso hizo que el público los aplaudiera–, tachó de mediocre a buena parte del medio literario nacional, contó chistes y, como ya es usual, criticó a la prensa nacional por ‘ignorarlo’ durante 10 años”, agregó la reseña.
En la crónica, además, se deja en claro que la mayoría del público lo vitoreó durante el acto.
Los vitores, en realidad, acompañaron a Albán durante toda su carrera artística. Miles disfrutaron de sus poemas, llenando de inspiración pura a varias generaciones. Su obra literaria, sin duda, será la herencia más valiosa del poeta.