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Una tímida marioneta se asoma tras bambalinas, para examinar al público que se reunió el domingo en la plaza de la Cultura. Menea la cabeza de un lado a otro, como si tratara de reconocer rostros.
Ese arte de dotar de vida a lo inanimado es una vocación que posee el marionetista Carlos Cañellas, quien con hilos y unas manos virtuosas crea un espectáculo capaz de mantener sin pestañear a la audiencia.
El artista catalán llegó al país a presentar Solista, obra de marionetas de la compañía española Rocamora, la cual formó parte del Festival Internacional de las Artes.
¿Qué hace a sus marionetas tan especiales? Estos personajes se adueñan del escenario mediante shows circenses, ballet y bailes que ejecutan con tal perfección que parece que el marionetista desaparece por lapsos del cuadro.
Cañellas se hace notar solo cuando llama a sus estrellas, quienes salen una a una de las valijas. Primero, aparece Johnny, experimentado bailarín de tap.
Sin embargo, quien se roba el show es un muñeco al que su creador llama Abuelo y que, pese a sus reumas, baila con total soltura.
Llega el turno de presenciar una intervención de ballet , a cargo de una marioneta con cara de mimo.
La pieza transporta al público a un momento dramático que muestra las hazañas y la tristeza del bailarín por alcanzar una estrella.
Solista cierra con la reaparición del abuelo intentando patinar. El acto acaba cuando el artista detrás de los hilos se despide y expresa su deseo de que no vuelvan a pasar otros 20 años para regresar a Costa Rica con sus muñecos.