En algún momento, dichosamente pasado, toparse con un producto de diseño costarricense era un pequeña aventura. Si finalmente se hallaba, a algunos compradores no les parecía que fuese de suficiente calidad.
Hoy se puede trazar un mapa de todas las tiendas que rebosan de creatividad local, finamente tejida con vestidos, zapatos, collares y carteras que complacen a los gustos atrevidos.
“El diseño artesanal local se ha empezado a valorar desde que un puñado de locos como nosotros se atrevió a creer que hay, en Costa Rica, una historia que está por encontrarse y que hay que conectarse con ella”, comenta Yara Mourelo, colaboradora de la Tienda eÑe (de Lily Tagini), que cumplirá pronto 10 años. En un bello edificio (al este de la Casa Amarilla) se promueven los productos de más de 50 diseñadores, con zapatos, decoración, indumentaria y más.
Historia. La trayectoria de la tienda de barrio Amón refleja varias tendencias cruzadas en esta historia: la renovación josefina, la explosión de actividades culturales –especialmente en los últimos cinco años– y el hermanamiento de disciplinas artísticas ha creado un terreno fértil para el diseño tico.
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“Creemos que hay una tendencia a empezar a valorar lo de adentro; empezar a darles a las manifestaciones artísticas y culturales que hay adentro un lugar importante”, opina Carlos Mena, diseñador de la tienda Arteria , en San José, cuyas camisetas y artículos estampados con palabras ticas ya son reconocibles en cualquier parte. Nació en el 2010 y ahora cuenta con cuatro tiendas y 25 puntos de distribución.
Mena considera que impulso de instituciones como el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo y vitrinas como el Festival Internacional de las Artes han permitido a los diseñadores mostrar su trabajo más gente.
En la tienda Kúkara Mákara , en barrio Escalante, inundada de los aromas del café que alberga, unas 70 marcas de accesorios, joyería e indumentaria atraen con la personalidad de cada autor.
Esa zona ha sido para el arte, la gastronomía y el diseño, un hogar: cerca están la amplia selección latina y tica de Deaquí y deallá, y el triple proyecto de restaurante, cafetería y tienda de diseño que incluye a Kalú, la Cafeoteca y Kiosco (antes estuvo en barrio Amón, uno de los primeros en su clase).
“Buscamos cierta exclusividad con los productos; procuramos que incluso marcas ya conocidas realicen productos exclusivos para nosotros”, dice el colaborador de Kiosco y artista Santiago Milé. De la familia también es La Traviata, la tienda en el Teatro Nacional.
Cuando una tienda como estas brilla, puede reactivar un barrio o una zona. Empieza a ocurrir en zonas como Escazú, que uno sospecharía que seguirían dominadas por diseño extranjero.
En el oeste, tiendas como Sin Domicilio Fijo , Entre5inco , Espacio y Apartado Creativo , exploran las posibilidades del diseño tico y difunden el gusto por lo local, antes restringido a nacientes proyectos josefinos.
“ La idea es que seamos una parada turística para promover el cantón de Escazú. El turismo que traen los hoteles más grandes lo dirigen a Multiplaza o Avenida Escazú. Somos parte de un grupo que quiere promover el diseño y el turismo aquí”, explica Paloma Flórez-Estrada, del recién abierto Sin Domicilio Fijo, frente al parque central de la ciudad.
Distinto. En este panorama, cada diseñador procura tallarse su propia vía. Por ejemplo, con el proyecto Autóctono , Álvaro Núñez involucra a mujeres borucas, sin intermediarios, en la producción de los textiles para su línea de bolsos y carteras. Otra tienda en San José, Chietón Morén , congrega a artesanos indígenas de todo el país –algunos de ellos trabajan con textiles–.
Existen marcas que han crecido tanto que requieren de sus propias tiendas, como los accesorios y papelería de Puercospín y Holalola , y la línea extensa de Cuero, Papel & Tijera . También existe la tienda virtual El Cajoncito y sitios como el lobby del MADC.
Con ello, han debido sortear obstáculos como la escasa producción de telas locales y la insuficiente calidad de algunos proyectos incipientes, de hace algunos años.
“Ha cambiado mucho con respecto a lo que se estaba haciendo años atrás. Hay una mejoría increíble en cuanto a calidad, diseño y manufactura de los productos”, considera Monique Lachner, de Entre5inco.
También conlleva una especialización del público: “El producto tico tiende a ser más exclusivo, pues no se produce en masa”. Es cierto, empero, que gran parte de los clientes siguen siendo extranjeros y ticos que desean mostrar en el exterior el talento nacional.
“La gente viene acá buscando muchas veces eso: representar a Costa Rica afuera”, dice Beatriz Montenegro, de Espacio. “Marcas como Aromaflor y Maderonegro, con aromas y esencias nacionales, son de buena calidad en productos que uno antes no imaginó que se hicieran acá –jabones y esencias–”, añade.
Al diseño tico le falta un impulso: el suyo, como comprador. “Con la competencia de productos internacionales, siempre será un mercado selecto, aquí y en cualquier parte del mundo”, explica Yara Mourelo. Empero, la creciente calidad de los productos podría lograr el sueño: que ser diseñador costarricense sea sostenible, rentable y una forma más de crecer en el país.
¿Cuáles otras tiendas deberíamos conocer? ¿Dónde comprará los regalos para mamá?