Cuando conocemos a Berenger (Jean Pierre Martén), el hombre se deslumbra ante la perfección de la Ciudad Radiante. Nada falla, todo brilla, nada escasea. No obstante, poco a poco, el rumor de un asesino contamina la pulcritud: la calma total es imposible.
En Asesino , una delirante obra de Eugène Ionesco que se estrena este jueves en el Teatro Espressivo , las expectativas son inútiles. Cualquier cosa puede ocurrir y ocurre, efectivamente.
Enmarcada en la corriente del teatro del absurdo, la obra ha sido representada pocas veces, en comparación de éxitos del dramaturgo como La cantante calva y Rinoceronte . Como ellas, contiene un humor de ácidas consecuencias , y una narración caracterizada por lo imprevisto.
María Bonilla adaptó y dirige este nuevo montaje, que estará en escena hasta el 26 de julio. Actúan Bonilla, Martén, Carlos Alvarado, José Pablo Umaña, Enid Sofía Zúñiga, Manuel Martín, Melvin Jiménez, Leonardo Sandoval y Pedro José Sánchez.
Nadie resuelve los asesinatos de la ciudad perfecta, que incluso parecen pasar inadvertidos. Poco a poco, con amplio humor absurdo y personajes inesperados, Berenger se extravía con su única duda: ¿qué pasará con él?
Complejo. Este martes, en uno de los últimos ensayos para Asesino , los intérpretes ajustaban detalles de las escenas más elaboradas, como la aparición de policías de dos metros y escenas donde solo se ven sus pies.
“Es una obra complicada. No la ha querido montar mucha gente”, explica Bonilla. “Ionesco decía que las respuestas no eran lo interesante; que lo que aclaraba las cosas eran las preguntas”, recuerda la directora.
Así, con cada absurdo acontecimiento se profundiza la pregunta: ¿para qué? Berenger aparece en cuatro obras de Ionesco, de las cuales Asesino fue la primera. Martén señala que este hombre de mediana edad representaba al dramaturgo, pero que también busca la universalidad.
“Vive en una constante inestabilidad o nerviosismo sobre el devenir, sobre qué va a pasar con él.
Tiene miedo al peligro, y tiene una visión bastante obsesiva hacia la muerte. Se pregunta constantemente cuándo le va a tocar y por qué”, describe el actor.
Berenger visita la Ciudad Radiante con su arquitecto, algo distante y opaco (Umaña). Dice Martén que, ante textos tan largos, procuró “variación, armonía y matices”. El primer acto narra y expone relaciones que se van enredando poco a poco, entre copas gigantes, proyecciones envolventes y ruidos que preocupan. El segundo acto, en contraste, acumula a personajes enigmáticos en un vaudeville absurdo y oscuro.
En esta mezcla, ¿se corre el riesgo de que todo se salga de control? “Creo que el riesgo que se corre es que el público no entre en el juego, no sienta la obra suya, pero creo que ese riesgo se corre con toda puesta que tenga un nivel artístico importante”, considera Bonilla. El texto original presentaba desafíos como una sección a oscuras, con solo una grabación; la obra completa dura unas cuatro horas, según Bonilla.
En este juego sobresalen esos vacíos persistentes de la humanidad, desde distintos ángulos y con penetrante actualidad (la campaña política de la Madre Trampa, por ejemplo, parece resumir nuestra actual situación cultural).
“La pregunta de Ionesco sigue siendo muy válida: ¿cuál es el sentido de la existencia? Si todos nos vamos a morir, la existencia es inútil a menos que encontremos algo en ella, más allá de los bienes materiales, que no nos llevaremos a ningún lado”, dice Bonilla.
Asesino estará en el Teatro Espressivo, en Momentum (Pinares de Curridabat) , hasta el 24 de julio. Las funciones serán viernes y sábados, a las 8 p. m., y los domingos, a las 6 p. m. La entrada vale ¢7.500 en general y ¢10.000 en la sección VIP.