El filósofo Gilles Deleuze dijo que “la filosofía sirve para entristecer. Una filosofía que no entristece o no contraría a nadie no es filosofía. Sirve para detestar la estupidez, hace de la estupidez una cosa vergonzosa”.
Tal vez Charlie Kaufman opine lo mismo sobre la función del cine, pues sus filmes están hechos para entristecernos, para hacernos aborrecer la satisfacción y comodidad de una vida normal. Muchos han llamado a sus películas cine posmoderno, por abordar con una gran destreza narrativa la confusión entre ficción y realidad que se entreteje en nuestro diario vivir, aunque sería mejor llamarlo un cine de la tristeza y de la desilusión.
Anomalisa (Charlie Kaufman y Duke Johnson, 2015) es una película cargada de belleza en forma de angustia. Este es el lenguaje que su codirector y guionista Charlie Kaufman ha encontrado a través de su carrera, y que ha plasmado con más sinceridad en la cinematografía contemporánea de Estados Unidos.
La carrera de Kaufman
Antes de Anomalisa , Kaufman solo había dirigido Synecdoche, New York (2008), con una temática similar: un director de teatro encargado de producir la obra más importante de su vida que termina olvidando en ese proceso si su vida o su obra eran distintos en primer lugar.
La carrera de Charlie Kaufman comenzó como escritor de guiones para televisión y algunos intentos de escribir para la pantalla grande, aunque nunca fueron muy fructuosos. Todo cambió cuando Francis Ford Coppola aceptó el guion de ¿Quieres ser John Malkovich? (1999), y le encargó a un joven Spike Jonze darle vida. Esta cinta resultó la primera nominación al Óscar para Kaufman, así como el premio BAFTA a mejor guion original.
A partir de entonces, todo fue en ascenso. Su punto más alto fue el guion para el filme Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (Michel Gondry, 2004), que le daría otro BAFTA, su primer Óscar y muchos premios más.
Luego de su éxito, Kaufman tuvo la libertad creativa para representarnos sus mejores ideas sobre el tormento de existir en un mundo carente de sentido. No en vano ha mencionado que se inspira en autores como Franz Kafka, Samuel Beckett o David Lynch.
En estos universos, la única y verdadera amenaza es aquello que se percibe normal, estable o regular. Cualquier cosa que se erige como un sistema, una verdad o como un patrón, es digno de sospecha. Aquello que nos reconforta puede que nos succione cuando menos lo esperamos, ese es el verdadero horror.
El drama de las expectativas
¿Apariencia o realidad? En Anomalisa , la verdadera confusión que existe en la realidad es la de nuestras expectativas.
El protagonista, Michael Stone, un orador y escritor famoso en el área de atención al cliente, entiende que su carrera no difiere mucho de lo que hacemos en la vida real: pretender y aparentar con el fin de cumplir las expectativas de una sociedad basada en el consumo. ¿Consumo de qué? De relaciones significativas. Lo que más le preocupa a Michael Stone es encontrar a alguien que esté seguro de sí mismo.
Según el modo de ver del protagonista, vivimos dentro de un sistema de producción en masa de sentimientos: de la misma manera que lo hace el cine. El director sabe traducir esto con maestría en la pantalla, donde se nos desnuda y sumerge en una verdadera crisis de identidad.
Michael Stone solo puede ver el mundo de una sola manera: todos tienen un mismo rostro para él. Su única esperanza es encontrar o escuchar, entre esa masa anónima, alguna anomalía, alguien que entienda que todos somos igual de torpes para existir. Así es como termina encontrando a Lisa, mujer que por un pequeño momento en ese espeluznante mar de monotonía, habla con una musicalidad refrescante y se distingue del resto de personas con rostro propio.
Como filme animado Anomalisa destaca por la naturalidad y realismo con que expone la fragilidad y fugacidad de nuestras relaciones humanas.
Podría ser catalogada como una película de ciencia ficción, surrealismo o como un thriller psicológico, pues tensa las barreras de lo cotidiano y pone en entredicho nuestra identidad. ¿Somos acaso robots, determinados a buscar la felicidad? ¿Se puede ser verdaderamente auténtico?
Los espejos y las máscaras parecen ser el símbolo más importante en este filme, que explota el lenguaje de la animación para mostrarnos una realidad distorsionada y distópica.
Tal vez llegue el día en que la única manera de saber que no somos una máquina y estamos vivos será buscando las grietas en nuestra rostro. Kaufman estaría entonces de acuerdo con la frase del recién fallecido cantautor canadiense, Leonard Cohen: Hay una grieta en todo, así es como entra la luz .
Ciclo de cine gratuito
El ciclo Preámbulo presenta Anomalisa hoy, domingo 20 de noviembre, a las 7 p. m., en el Centro de Cine (ubicado detrás del INS en San José), y el martes 22, a las 6 p. m., en la Alianza Francesa de barrio Amón; esta última función contará con cineforo del crítico francés invitado Cédric Lépine.