La actividad instrumental en el Teatro Nacional puede retratarse con el término musical crescendo , ya que a lo largo de 120 años ha tenido un aumento paulatino pero sostenido.
En las primeras décadas las agrupaciones instrumentales surgieron como acompañantes de las presentaciones lírico-dramáticas o en las veladas organizadas por las élites.
A partir del decenio de 1920, la penetración de la música grabada incidió en el desarrollo de la práctica musical del país. Por medio de espectáculos escénicos y de artistas del ámbito popular, patrocinados por las casas disqueras, ese tipo de repertorio ingresó al escenario del Teatro. En contraposición, un grupo de músicos organizó agrupaciones y actividades dedicadas específicamente al repertorio clásico.
En 1926 surgió la Orquesta Sinfónica de Costa Rica, pero el proyecto sobrevivió apenas dos años. En 1934 surgieron las temporadas de recitales y conciertos de cámara, así como las primeras agrupaciones de cámara estables en el país al fundarse la Asociación de Cultura Musical, agrupación integrada por algunos de los músicos más activos del momento.
Una nueva etapa para la música instrumental ocurrió en 1940, cuando el Teatro Nacional se convirtió en la sede de la Orquesta Sinfónica Nacional. En adelante y por los próximos 30 años, el repertorio instrumental más importante fue el orquestal. La música de cámara estuvo presente esporádicamente por los conciertos efectuados por los docentes del Conservatorio Nacional de Música, creado en 1942. El repertorio popular tampoco fue significativo en esos años, aunque invadía todos los estratos de la sociedad costarricense.
A partir de 1970, el escenario del Teatro tuvo modificaciones con la transformación radical de la Orquesta Sinfónica Nacional que incorporó una gran cantidad de músicos extranjeros, lo cual varió, a inicios de 1980, cuando la influencia de la crisis económica que sufrió el país devolvió la agrupación a manos de músicos costarricenses.
En la siguiente década, la producción musical se intensificó debido al surgimiento de nuevos actores públicos y privados que contribuyeron al dinamismo musical, entre ellos, asociaciones, agrupaciones de cámara estables, festivales y nuevas instituciones de educación musical, que contaron con el mecenazgo del Teatro. Esto también ocurrió con la música popular, por lo que disfrutó de un ligero incremento.
En la actualidad, la actividad instrumental del Teatro Nacional es de una gran riqueza y diversidad.
La autora es decana de la Facultad de Artes de la UCR.