Estamos ante una película asquerosamente discriminadora, una que apela a una única audiencia: el macho alfa, el Tarzán reencarnado, el neardental que fue al cine en los 80 para definir, junto con una generación de actores musculosos, el canon del género de acción.
El tiempo pasó, todos nos hicimos más viejos y (ojalá) sabios. A aquellas estrellas de la testosterona se les acabó la nitroglicerina, sus fracasos en taquilla se hicieron más frecuentes que sus éxitos, y se convirtieron, para su pesar, en un chiste de lo que antes fueron... hasta que un buen día, harto de sus Razzies, Sylvester Stallone tomó el teléfono y empezó a hacer llamadas a sus competidores.
Cinco años han pasado desde entonces y hoy los viejos muchachos gozan de buena salud, tras entender que pueden más juntos que cada cual por su cuenta. Y por eso el que hoy se estrene una tercera entrega de la saga Los Indestructibles ( The Expendables ) se celebra, por todo lo alto, entre la muchachada que añora los buenos viejos tiempos de franquicias como Rambo , Depredador , Duro de matar , Terminator y Arma mortal .
Este es cine sencillo, sin mucho adorno, en el que el guión es apenas una excusa, un requisito, para hilvanar dos horas de explosiones, voladera de bala, explosiones, artes marciales, explosiones, estereotipos de la Guerra Fría, explosiones, piruetas, explosiones, peleas coreografiadas, explosiones, chistes malos, explosiones, referencias culturales ochenteras y, además, una que otra explosión.
Hombres musculosos y sudorosos, hombres que maldicen, hombres que fuman habanos y se tatúan calaveras, hombres que se ríen de la muerte, hombres que patean traseros como oficio, hombres capaces de deponer dictadores a punta de C4, hombres que bien podrían pasar por vikingos y cuyos modales son de cosacos. Un filme para hombres que se sienten muy hombres de parte de los hombres más hombres de todos los tiempos (según el cine gringo, claro está).
Buenos mercenarios. En este tercer filme, Los Indestructibles siguen siendo lo mismo que en las dos anteriores películas: un grupo de mercenarios cuyas operaciones al margen de la ley suelen darse en países tercermundistas ficticios, a la vieja usanza de los filmes de acción en la década de 1980.
Stallone sigue al frente de la pandilla como el inexplicablemente imbatible Barney Ross. Con él regresan su segundo de abordo y experto en cuchillos Lee Christmas (Jason Statham); el gigante demoledor Gunner Jensen (Dolph Lundgren), y el siempre mordaz Trench Mauser (Arnold Schwarzenegger). Y sí, ver a Arnold y a Sylvester juntos en escena ya vale la mitad del boleto.
En esta ocasión del elenco quedaron por fuera referentes de la vieja guardia que sí estuvieron antes en la saga, como Bruce Willis, Mickey Rourke, Jean-Claude Van Damme y el ser supremo conocido como Chuck Norris. Además, algunas estrellas que sí reinciden lo hacen con muy poco tiempo dentro del filme, como sucede con Terry Crews y, muy en especial con Jet Li, cuyo nombre, para ser honestos, no debería figurar ni en los créditos.
Sin embargo, no teman valientes guerreros, que Stallone compensó las pérdidas invitando a otros tantos amigotes, como Wesley Snipes, Antonio Banderas, Kelsey Grammer, Harrison Ford y el ya no tan devoto Mel Gibson.
Sobre la trama, ¿importa? Para nada. Es más, usted sin haberla visto puede predecirla sin dificultad (lo que sigue a continuación podría ser un spoiler para los que no están en nada): los mercenarios son los buenos; un malo bien malo los provoca; ambas partes juran acabar con la otra; el clímax tiene a Stallone dándose de golpes; los héroes salvan el día por un pelo y todos terminan riendo y gastándose bromas como bueno camaradas.
El director es apenas un dato para la trivia (se trata del australiano Patrick Hughes, en su segundo largometraje). Igualmente, Stallone –para todos los efectos el dueño intelectual de la franquicia– buscó darle un poco de frescura al reparto con la incorporación de jóvenes talentos de los que no hemos oído hablar, como Kellan Lutz, Glen Powell, Víctor Ortíz (boxeador mexicano en su primer papel como actor) y la artista marcial Ronda Rousey, quien siendo la única mujer del equipo, recibe más y mejor tiempo en pantalla de los otros debutantes.
Sin embargo, nadie discute que los imanes son los viejos compadres, los veteranos que fueron grandes en Demolition Man , Pasajero 57 y Soldado Universal .
Desde luego que un cine tan estereotipado admite advertencias estereotipadas: caballeros, esta no es una película para una cita romántica, a menos que su acompañante disfrute tanto como usted de la violencia llevada a su extremo más caricaturesco. En mi caso, se me hace más bien a una excusa perfecta para ir al cine junto a mi padre, para quien el buen cine siempre fue sinónimo de vaqueros, soldados y bribones.
Y vaya preparándose, que ya está confirmada una cuarta parte de Los Indestructibles y que incluso Pierce Brosnan será parte del coro de héroes desempolvados para la ocasión.
Los buenos viejos tiempos.
Y solo por aquello de que a estas alturas alguien aún no entienda que esta franquicia es (al igual que esta nota) un gran chiste, acá le compartimos la explicación de los genios de Screen Junkies sobre la verdad detrás de Los Indestructibles 1, estrenada en el 2010.