En el gélido silencio de los Andes, donde el viento corta como cuchillo y la nieve envuelve todo en un manto implacable, la historia de la tragedia del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya resuena hoy con fuerza.
A lo largo de los años, los ecos de esta tragedia se han convertido en una de las grandes historias de supervivencia. Eso sí: este 2024, el director español Juan Antonio Bayona dio vida nuevamente a este relato con la producción titulada La sociedad de la nieve, basada en el libro del escritor uruguayo Pablo Vierci.
Cincuenta y un años después de aquella fatídica jornada del 13 de octubre de 1972, la película llegó a Netflix, llevándonos de vuelta a la montaña que se convirtió en testigo de una de las catástrofes aéreas más impactantes de la historia. Sin embargo, más allá de la brutal colisión del vuelo contra las heladas cumbres, lo más impresionante es la historia de los sobrevivientes que sigue cautivando al mundo.
Uno de los protagonistas de este drama es Antonio Tintín Vizintín, un hombre cuya vida quedó marcada por la lucha por la supervivencia en condiciones extremas. Su relato hace eco sobre la cruda realidad que enfrentaron aquellos miembros y personas cercanas al equipo de rugby uruguayo, el Old Christians, quienes vieron sus vidas impactadas por aquel accidente.
En contexto: en 1972, un grupo de personas, en su mayoría jóvenes uruguayos, vivió una experiencia de supervivencia extrema en la cordillera de los Andes que marcó la historia como la tragedia de los Andes. Estos individuos eran miembros de un equipo de rugby que se dirigía a Chile para disputar un partido amistoso.
El fatídico vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya se estrelló en los Andes el 13 de octubre, dejando a los sobrevivientes en una lucha desesperada por mantenerse con vida en condiciones adversas y aislados en un entorno inhóspito.
Después del impacto, enfrentaron temperaturas glaciales, la falta de alimentos y las condiciones extremas de la montaña. Sin contacto con el mundo exterior y sin saber si serían rescatados, se vieron obligados a tomar decisiones muy complejas para sobrevivir.
Durante varios días, muchos de ellos resistieron el hambre alimentándose con los restos de la aeronave, la escasa comida que llevaban consigo e, inclusive, comiendo la carne de sus compañeros fallecidos.
Vizintín, una de las víctimas, estudiaba derecho y tenía 19 años cuando sufrió el accidente. Más adelante se convirtió en empresario de la industria química y se hizo conferencista, pero hoy vuelve a revisitar aquellos días en su mente en conversación con Revista Dominical de La Nación.
En el contexto de una expedición organizada por Chirripo Mountain Adventures, que se efectuó el 3 de febrero, él comparte sus recuerdos en torno a la trágica pero inspiradora historia en la que estuvo involucrado en los Andes. Eso sí: esta conversación se produjo antes de la visita reciente que realizó el uruguayo al sitio de la tragedia junto a un grupo de costarricenses que se anotaron para una expedición especial.
—¿Cómo se siente ahora que esta historia, especialmente su historia de supervivencia, ha retomado con fuerza debido a la película?
—Pues estoy viviendo una cosa increíble con La sociedad de la nieve, que es una película que llegó a los 51 millones de espectadores. Que la historia se está conociendo mucho más de lo que se conoció antes es algo bueno. Los libros se están agotando en otras partes del mundo. Es una historia muy especial y que bueno, no esperábamos que tuviera esa repercusión, pero la tuvo.
”Siento que la vida es lo mismo que aquella montaña. La tenés ahí, tenés que subirla y salir adelante. Lo que pienso mucho es que aquel suceso fue una parte de mi vida, no toda mi vida. No quiero ser definido solo por ese momento de mi vida.
—¿Qué opinión tiene usted de la película? ¿Cómo le parece que se retrata la historia?
—Bueno, para quien no estuvo en la montaña, en realidad puede tener un viaje muy realista de lo que vivimos. Es una película que te emociona, es una película que la sentís, que te mete adentro de la tragedia y en la que terminás viviendo con nosotros, los que estuvimos ahí.
”En la película estás viendo el deterioro físico que se va dando a lo largo del tiempo en ese proceso, cómo se van perdiendo kilos y los actores también. De hecho, el actor que me interpreta llegó a perder 27 kilos.
”Siento que en verdad está muy bien lograda, no solo la parte emocional, sino por la parte física. Es decir, ves el deterioro de la ropa, de cómo va ensuciándose y cómo se va dando todo ese proceso que nos lleva a estar tratando de dominar el ambiente de esa montaña, de controlar ese lugar y de tratar de ir adaptándonos lo mejor posible.
‘La sociedad de la nieve’, la película que cuenta la historia de los sobrevivientes del accidente aéreo en la cordillera de los Andes en 1972, se volvió un éxito mundial desde que se estrenó el 4 de enero en Netflix. Está nominada a dos Premios Oscar.
—¿Cuál cree que es el mejor logro de la película?
—Que muestra lo que fue el ensayo y el error continuo; eso fue lo que vivimos desde arriba... El hacer pruebas, el fracasar, el volvernos a levantar después de cada fracaso. Es decir, las experiencias.
”La película quizás no muestra todas las expediciones que sí hubo, pero esas expediciones fueron las que hicieron posible que tuviéramos éxito en lo que fue la expedición final”.
—¿Cómo fue la relación con la producción del filme? ¿Ellos le tocaron la puerta a usted, le pidieron mentoría, algún consejo?
—Sí, por supuesto. Es decir, así como estamos hablando vos y yo por una videollamada fue como conversé con la producción. Podrían ser las siete de la mañana cuando estaba recibiendo una llamada de España de los ejecutivos preguntándome cómo era esta situación que estaban llevando al cine.
”Me preguntaron si es verdad o no es verdad que tal cosa pasó de tal forma... En fin, el contacto fue muy estrecho, muy continuo a lo largo de los 141 días de grabación. Es decir, hubo un gran asesoramiento porque ellos no querían contar nada que no fuera verdad.
”Para nosotros como protagonistas de la historia fue fundamental esto, por eso estamos tan contentos con la película. Estamos contentos con la dirección y la producción porque realmente se ocuparon de sincerar la industria y demostrar realmente cómo fue todo”.
—Hay una pregunta que no me gustaría hacer, pero es inevitable, y es que mucha gente ha centrado la película con el tema de que ustedes comieron carne humana para sobrevivir. ¿Cómo se siente usted con eso?
—Por supuesto, es un tema de conversación fuerte. Fue una decisión de vida que tuvimos que tomar. Las circunstancias nos estaban llevando a la única forma de poder vivir, que era alimentarnos con los cuerpos de nuestros compañeros.
”Después de pasar casi 10 días comiendo lo que era una uñita de chocolate o una uñita de galleta, tuvimos que tomar esa terrible determinación. Pero más allá de la morbosidad o de lo que se pueda decir acerca de que hubo canibalismo o que comimos carne humana, la historia es mucho más importante en la parte de valores. Nuestra historia muestra la capacidad del ser humano y cómo enfrenta situaciones difíciles.
”Además, ¿de qué nos impresionamos? Esto no es algo nuevo en la historia de la humanidad. Si alguien viene a decir que eso es algo nuevo, debe buscar en los libros de historia. Se crea un gran drama sobre esa decisión y, sin embargo, fue una decisión que tomamos y seguimos adelante.
”Había objetivos mucho más claros: conservar la vida, seguir adelante y queríamos volver a nuestras casas con nuestros padres, con nuestras madres y con nuestros hermanos. Ese era el objetivo que teníamos cuando estábamos en la montaña.
”Entonces, eso fue un medio para conseguir ese objetivo. Pero, por otro lado, está el esfuerzo que pusieron todos, cada uno de los que estuvo en esa montaña dio el cien por ciento de lo que tenía para dar”.
—En ese mismo sentido, hay un tema nuclear en la historia que es la esperanza de salir con vida... ¿Creía que podían salir de allí con vida?
—A veces uno hace cosas casi que porque hay que hacerlas. No estaba convencido de eso. Lo que sí estaba convencido era de que iba a dar todo de mí para tratar de salir de ese lugar.
“Íbamos a estar luchando para salir de ese lugar, eso lo sabía. Pero ese sentimiento es totalmente distinto a tener la certeza de salir. Es decir, teníamos la fuerza suficiente como para enfrentar la muerte en ese momento y hacer todo lo posible para volver a nuestras casas. Ese fue nuestro objetivo.
“Ahora, ¿estaba convencido de algo? De nada. Creo que, por momentos, más bien el sentimiento era al revés. Me pasaba en la noche, cuando me sentía un poco solo en medio de todo eso. En esos instantes te dabas cuenta de que no te podías ir a tu casa así no más.
“Esto es imposible. Esto es una locura. Salir de este macizo montañoso es muy difícil”, eran frases que pensaba. Y sin embargo, al otro día, te tenías que creer invencible y salías a luchar. Salías a sacrificarte y salías a subir las grandes montañas, como se dice, dando pequeños pasos, haciendo cosas extraordinarias todos los días. Y eso fue fundamental.
”También es bueno decir que no podía tener miedo porque yo ya estaba muerto. Me decía: “bueno, no sé si mañana voy a estar vivo. Tu no sabías cuánto tiempo ibas a vivir. Claro, podían ser unos segundos, unos minutos, unas horas, un día, dos. Estabas tan en riesgo y tan en contacto con la muerte que el miedo no era algo que pensaras todos los días. Estabas viviendo en un infierno y estabas más cerca de estar muerto que estar vivo”.
—De todas las cosas que uno puede extrañar en un momento así, usted particularmente, don Antonio, ¿qué es lo que más extrañaba? ¿Qué era lo que más ocupaba su mente a la hora de pensar en un regreso?
—Bueno, el objetivo era volver a mi casa, volver con mis padres, con mi madre, con mi hermano. Es decir, el objetivo que tenés es volver a ese pequeño grupo familiar que en las dificultades te acoge, es decir, volver a tus cosas, volver a tus orígenes, volver al lugar donde te sentís protegido. Ese era el sueño nuestro, volver a nuestro cuarto, a nuestros olores, a nuestras comidas.
”Mi mayor sueño era volver al abrazo de papá, de mamá, a eso quería volver. No podías creer que te ibas a morir y no ibas a poder darle un beso a la persona que más quieres, no poder despedirse de ellos.
”Recuerdo que yo había dicho “chao papá, vuelvo en cuatro días”, y resulta que los cuatro días se transformaron en casi tres meses y no habías tenido esa posibilidad de decirles: “los quiero mucho”.
—¿A qué sabe la vida después de una experiencia como esta, don Antonio?
—No es que sabe distinto. Lo que pasa es que te das cuenta de que estuviste a punto de perder la vida y que la vida es muy valiosa. Tenés que disfrutarla, tenés que vivirla de la mejor forma posible, con alegrías y tristezas, que ese es el balance que tenemos continuamente de las cosas.
”Y bueno, eso es la vida: enfrentar las dificultades te da esa capacidad. La montaña nos dio a nosotros la posibilidad de enfrentar las dificultades y darte cuenta de que la vida no es fácil. Que la vida es una lucha continua. La vida es como luchar cuando estás en la montaña y tenés que enfrentar cosas que de repente no esperas. Simplemente el día a día no es fácil.
”La vida en la montaña no era fácil, pero la vida acá tampoco no es fácil. Pero el ser humano tiene una capacidad interior tremenda. De hecho, lo pusimos a prueba, es decir, los umbrales de soportar el frío, de soportar el dolor, de soportar el hambre, el espíritu de sacrificio, el espíritu de entrega, de amistad, de solidaridad. Todas esas cosas que te van brotando fueron importantes para que nosotros pudiéramos salir.
”Es decir, toda nuestra historia la podés resumir quizás en un gran sacrificio y una gran disciplina. Hay que tener una humildad muy grande en la vida”.
—¿Qué es lo que más le enorgullece de todo lo que usted hizo ¿Hay algún capítulo en especial, algún momento, algún pensamiento?
—Lo que más me enorgullece fue el trabajo en equipo, es decir, ese equipo de rugby que subió a los Andes, ese equipo de rugby que se fue transformando en La sociedad de la nieve con sus normas, con sus reglas... Eso fue fundamental. Y eso se logra por ese espíritu de equipo. Hubiera sido imposible individualmente poder salir de ese lugar, era necesario que todos colaboráramos.
—¿Cómo fue la vida después de la tragedia? ¿Tuvo un acompañamiento psicológico para llevar los traumas posteriores?
—La gente espera que tengas traumas o cosas de fondo, sin embargo, acá fuimos muy conscientes de todo lo que hicimos. Es decir, cada uno tomó su decisión en su momento y hubo mucha conciencia de todo.
”Cuando vos tomás conciencia de las cosas y las racionalizas, entonces no puede haber trauma. ¿Cuál es el trauma de haberme alimentado y tener que recurrir a mis compañeros muertos? Todo se trataba de conservar la vida, de seguir para adelante.
”Sin embargo, acá no hubo cosas traumáticas, hubo decisiones que se tomaron de las cuales somos plenamente responsables y, para cuestionar esas decisiones, vos tenías que haber estado a 4.000 y pico de metros de altura con 40 grados bajo cero y ahí decir, “sí, mirá, la resolución que tomé es...”. Cuando subís una montaña y tenés que tomar esas resoluciones, no queda de otra.
”Hay gente que desde afuera piensan que debemos estar traumatizados. ¿Por qué tengo que ir a un terapeuta si estoy bien, si yo sé lo que hice, que no hice nada malo? Hay gente que le gusta complicarse y le gusta, cómo te puedo decir, revolver esa olla de todo lo que pasó. Acá hay una cosa que fue muy clara: no se mató a nadie, no se hizo nada de lo cual me pueda considerar irrespetuoso. No hice nada que no debiera. Hice lo que debía hacer: conservar mi vida; conservar nuestra vida”.
—Usted volverá a aquella montaña (esta entrevista fue realizada antes de ese regreso) no para escalar, pero sí para compartir su historia con un grupo de ticos que visitarán el lugar. ¿Cómo se siente al respecto?
—Las expectativas para la expedición son positivas. Los participantes tendrán la oportunidad de visitar el mismo lugar donde ocurrió la tragedia, experimentar las magníficas montañas nevadas y revivir la emoción de la historia que vieron en la película. Aunque el lugar es espectacular en belleza, también lleva consigo la tristeza de la tragedia. La expedición ofrecerá la oportunidad de sentirse parte de ese equipo que llegó a ese lugar.
”Durante la expedición, los participantes podrán apreciar la belleza de la montaña, el valle y el cielo estrellado, experimentando la maravilla del entorno. A pesar de las dificultades como el frío intenso, el grupo estará atento y comprometido con la experiencia. También este viaje brindará la oportunidad de apreciar la vida y la belleza en medio de las adversidades. Eso para mí es importante.
”Hay algo muy impactante de esa montaña que es la sensación de estar cerca de las estrellas, la inmensidad del cielo y la adaptación a la realidad del entorno montañoso. Cuando yo estaba ahí pasándola mal, aún en mis peores momentos, no me dejaba de asombrar por la belleza del lugar. La vida es así: un balance de luces y sombras.La montaña es una metáfora de nuestras vidas”.