Maravelí Solano Solano tenía 32 años cuando, el 14 de abril de 1973, un terremoto de magnitud 6,7 grados con epicentro en Río Chiquito de Tilarán, sacudió con fuerte intensidad varias comunidades aledañas a eso de las 3:30 a. m.
Solano, quien hoy tiene 81 años y sigue viviendo en Tilarán, contó a La Nación que sigue recordando esa tragedia como si fuera hoy.
“Escuché un retumbo en la madrugada, un ruido como dentro de la tierra. Yo decía ‘qué raro, por qué ese retumbo no cesa’ y seguía escuchándolo. Entonces, me senté a la orilla de la cama”.
Poco antes de ese retumbo, ella y sus tres hijos se quedaron sin corriente eléctrica, sin comunicación y sin agua. “En eso se viene el terremoto que se sintió demasiado, muy, muy fuerte.
“Agarré una bata, me puse las sandalias mientras todo se movía y salí corriendo hacia el cuarto donde estaban mis tres hijos. Yo recuerdo que les decía ‘¡calma! ¡calma!, no cierren ninguna puerta porque se pueden trancar’ y logramos salir los cuatro al frente de la casa”.
Maravelí, quien era viuda en esa época, recuerda que cuando salieron observó que las paredes de su casa se habían reventado y una parte del piso se les hundió. “Lo que veía ya no era mi casa (sonó con voz melancólica)”.
“Después del temblor, que fue realmente fuerte, seguimos sintiendo réplicas durante seis meses, cada 20 minutos se sentía un temblor.
“Ante esas réplicas todos los vecinos de Tilarán dormían afuera de sus casas, ya sea en los corredores o en las aceras. Yo y mis hijos dormíamos en la sala de la casa, así con las paredes reventadas, pero con la puerta abierta por si se venía otro socollón”, relató Solano a este medio.
‘Al salir a la calle escuché gritos espantosos: Apenas era un chamaquillo’
Gerardo Salas, de 68 años, es otro sobreviviente y recuerda que, cuando ocurrió esa tragedia, él apenas era un “chamaquillo” de 18 años.
“Recuerdo que las zonas más afectadas fueron Río Chiquito y El Silencio donde murieron 23 personas a causa de los diferentes deslizamientos de tierra que provocó el terremoto en esas tierras altas de Guanacaste.
“Era de madrugada cuando sentí aquella cosa terrible, eso era un enorme movimiento de tierra, mi casa era de madera, se cayó todo, pude ver como caían paredes, puertas y vidrios dentro de mí casa y hasta las puertas se trabaron.
“Lo que hice fue correr al cuarto donde estaba una tía abuela que ya era una adulta mayor y la sacamos del cuarto. Las camas estaban atravesadas y nosotros en esa enorme oscuridad pegamos con todo lo que el terremoto había botado dentro de la casa, pero mi familia y yo logramos salir sanos y salvos.
“Al salir a la calle escuchaba gritos espantosos, gritos terribles por lo que había ocurrido”, relató Salas a este medio.
Salas recuerda que en Tilarán no había casas colapsadas, pero todas las casas tenían las paredes totalmente reventadas.
“No había muertos en Tilarán, pero las zonas más afectadas eran Río Chiquito y el Silencio donde fue el epicentro. Nos decían que había muchas personas desaparecidas. A nosotros nos llegó la noticia que la familia de don Lindor Chaves fue aplastada por un cerro que cayó sobre la casa, esto fue en Río Chiquito, un lugar ubicado a 10 kilómetros al sur del Arenal”, detalló Salas.
Sobre la familia de don Lindor Chaves L., el suceso quedó consignado en las páginas de este diario del 15 de abril de 1973, que informó que, de esa familia, solo sobrevivieron don Lindor Chaves, que a la hora de la tragedia estaba internado en el Hospital de Liberia, porque su estado de salud era muy delicado; y un hijo de don Lindor.
Se trata de Leovigildo Chaves, que en esa época tenía 15 años y salvó de milagro. “El viernes por la noche fui a pasear a casa de mi hermano Ademar y, como a mí me gusta dormir allí, me quedé. Eso me salvó”, dijo a La Nación hace 50 años.
Los que fallecieron de esa familia según este diario fueron madre e hijo. Doña Ramona C., tenía 40 años, esposa de don Lindor y el joven Mariano Chaves, de 20 años, tras el deslizamiento de un cerro en esa zona.
Lo que don Gerardo Salas no puede olvidar es que en esa época el país estaba en política y ese mismo día después del terremoto, a eso de las 10 a. m., comenzaron a llegar varios candidatos que se disputaban la presidencia del 74, entre ellos Daniel Oduber del Partido Liberación Nacional; Fernando Trejos Escalante, del Partido Unificación Nacional; y Jorge González Martén, del Partido Nacional Independiente.
“Llegaron haciendo caravanas con banderas como a prestar ayuda, pero nosotros recordamos ese momento como que se estaban aprovechando del mal ajeno para ganarse tal vez la simpatía del pueblo.
“Ellos entraron con sus carros a las fincas a sacar heridos y a sacar muertos. Eso no se me olvida porque recuerdo todas las banderas de esos carros, o sea, en medio la tragedia llegaron a hacer política”, concluyó Salas.