Durante su servicio como oficial de la Fuerza Pública, William Reyes enfrentó diversos incidentes, pero nunca imaginó que durante su turno recibiría una alerta relacionada con los hermanos mayores de su esposa.
Aunque no intervino directamente en la emergencia, Reyes siguió a través del intercomunicador el desarrollo de un altercado provocado por un hombre ebrio armado con machete en una casa que conoce muy bien, ubicada en Birmania de Upala.
Reyes se tranquilizó al escuchar a sus colegas informar de que la situación estaba bajo control. Pero la calma fue efímera, ya que minutos después, sus compañeros comunicaron que regresaban al lugar porque un hombre resultó herido con arma blanca.
Al escuchar los apellidos del agresor, Morales Quintanilla, de 61 años, y el nombre de la víctima, Ricardo Morales Quintanilla, de 65, el policía confirmó que se trataba de familiares de su pareja.
En entrevista con La Nación, Reyes afirmó que el victimario solía mostrar una conducta extremadamente agresiva cuando combinaba el alcohol con las drogas. Reveló, además, que este individuo estuvo en prisión al menos en dos ocasiones por intentos de homicidio.
“En el pasado, también intentó matar al mismo hermano; lo hirió en el cuello y luego se autolesionó en el estómago. Ya había tenido problemas con él”, aseguró el oficial William Reyes.
Según Reyes, además del fallecido y su presunto agresor, otros dos hermanos compartían la misma residencia y estuvieron presentes cuando el atacante se lanzó sobre su víctima mientras esta veía televisión.
“Llamaron a las autoridades y a la Cruz Roja, pero una ambulancia desde Upala hasta Birmania debe recorrer al menos 32 kilómetros. Cuando llegaron, ya Ricardo había fallecido”, explicó el cuñado.
Los demás hermanos presentes en la casa retuvieron al agresor, incluso lo amarraron con el propósito de evitar su escape. A su llegada, las autoridades lo trasladaron a las celdas para presentarlo posteriormente ante el Ministerio Público.
En la mañana de este martes, al concluir su turno, Reyes decidió visitar a su cuñado en la delegación de Upala. “Él estaba completamente ensangrentado, así que le llevé ropa mía para que se cambiara”, mencionó.
“Me dijo: ‘me enjarané, me jalé esa torta’. Dijo que había cometido un error, pero no se le veía arrepentimiento. Dijo que mejor que se lo llevaran para la cárcel de una vez, porque de todos modos ahí era donde iba a morir”, relató Reyes.
Ricardo, según su cuñado, era una persona centrada, humilde, recta y profundamente religiosa, muy involucrada en actividades de la iglesia. Aunque no tenía un empleo fijo, trabajaba esporádicamente en fincas de naranjas y labores agrícolas.
“Afortunadamente, no hay descendientes que sufran, ni padres, ya que tanto la madre como el padre de ellos fallecieron hace tiempo”, añadió. No obstante, mencionó que la situación sí afectó a los demás hermanos, especialmente a su esposa.
Según datos del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), Ricardo era divorciado, mientras que su hermano nunca contrajo matrimonio. Además, ninguno de los dos tuvo hijos.