El guarda de seguridad Randall Alpízar Contreras llegó el Sábado Santo a una casa en Pijije de Bagaces a pedir ayuda, tenía las manos amarradas hacia atrás y minutos antes algunos vecinos lo vieron huyendo de otros hombres que lo seguían. Sin embargo, mientras los ocupantes de la vivienda le alcanzaron agua, el hombre, de 34 años, murió en la acera.
Las extrañas circunstancias en las que ocurrió este crimen tienen muy sorprendida a la familia de Rándall, que le pide a la Policía Judicial investigar a fondo lo ocurrido.
De acuerdo con Gustavo Alpízar, hermano del fallecido, el viernes en la noche Randall salió hacia su trabajo como vigilante en el hotel Planet Hollywood, en península Papagayo y terminó sus labores el sábado a eso de las 6 a. m., pero en lugar de dirigirse a su casa, en barrio Paraíso, en Terreros de Liberia, se fue hacia Bagaces, lugar donde a eso de la 1:40 p. m. se alertó al Organismo de Investigación Judicial (OIJ) sobre el deceso del hombre.
Sus allegados se enteraron del deceso esa misma tarde, cuando Nicole Madrigal, exesposa de Randall, les dio el aviso. El guarda era padre de una niña de siete años.
Según el hermano, el hecho de que a Randall lo hubieran atado de manos y la versión de algunos testigos, que vieron a dos hombres con arma blanca que lo seguían, tiene muy sorprendidos a sus familiares, pues nunca supieron de amenazas ni que su hermano tuviese enemigos.
Añadió que este martes el OIJ les entregó el cuerpo para darle sepultura y les dijeron que el resultado de la autopsia estará en unos 15 días.
Marco Carrión, jefe del OIJ de Liberia, dice que la hipótesis preliminar descarta un homicidio, pero será la autopsia la que determine si surge algún giro en la investigación.
Como no tenía heridas de arma de fuego ni punzocortantes profundas, la familia supone que le habrían dado alguna sustancia, pero afirman que Randall no era consumidor de drogas y más bien solía ir siempre del trabajo a la casa. En el bulto que portaba encontraron su placa de policía, su abrigo y demás pertenencias. Tampoco le robaron la billetera ni el celular.
El hombre era amante de su labor como policía privado. Había participado en seminarios de criminología en Panamá. Anteriormente laboró en la unidad canina K9 en el aeropuerto de Liberia y también como vigilante en cadenas de supermercados y empresas de turismo en Guanacaste.
Había estudiado en el Instituto Profesionales de Educación Comunitaria (IPEC) y en el Centro Integrado de Educación de Adultos (CINDEA), de Moracia, Liberia.
La última vez que Gustavo habló con su hermano fue el sábado a las 8:30 a. m. “Estaba bien, me dijo que en el transcurso de la mañana salía para la casa. No sé porqué luego se fue para Bagaces, tal vez alguien lo llamó, pero es algo que él nunca hacía”, dijo.
“A mi hermano lo vieron salir grave de la casa donde estaba. Entiendo que la Policía ya ingresó a investigar a esa vivienda, para tratar de aclarar lo ocurrido. La meta de Randall era seguir estudiando y ampliar sus conocimientos como oficial de seguridad”, puntualizó Gustavo, único hermano del fallecido.