Cumplió menos de dos años de una pena de más de 20 años de prisión que se le había impuesto. Salió tras recibir el perdón de la presidenta y sus ministros. Hoy asegura estar arrepentido de haber disparado a un menor, pero dice que lo hizo para defender a su familia. Además, afirma que su amigo de infancia, el diputado Manrique Oviedo, no le ayudó a lograr el indulto el martes pasado.
La Fortuna . Viudo desde hace 13 años, padre de una pareja de jóvenes, graduado como médico veterinario en la Universidad Federal Rural de Pernambuco, en Brasil, Bernal Arias Sibaja, de 47 años de edad, recibió ayer a La Nación para hablar sobre su vida y también sobre el indulto que recibió el pasado martes por parte del Consejo de Gobierno.
Arias estaba condenado a 20 años y seis meses de cárcel por disparar a un menor por la espalda en el 2009. Salió de prisión el miércoles, con tan solo un año y siete meses de pena cumplida. Conversó en su propiedad, situada en El Tanque de La Fortuna, San Carlos, donde, precisamente, ocurrió la agresión contra el adolescente.
¿Usted conocía al menor al que le disparó?
A su papá sí, desde que estaba en la misma escuela de mi pueblo, pero a su hijo no. El día del incidente solo lo miré de largo.
¿Por qué le disparó?
Cuando me avisaron que dos tipos estaban con la aparente intención de meterse a mi casa, recordé inmediatamente que a esa hora (1:45 p. m.) mi hija mayor regresaba del colegio, y pensé que le podían hacer daño. Cuando los descubrí merodeando la vivienda, me ofusqué, hice disparos de advertencia y, lamentablemente, uno de ellos impactó al joven (Berny) Araya.
¿No pensó en que las balas pudieron haberlo matado?
Hoy tengo que reconocer que cometí un error, que me precipité, que me dejé llevar por la preocupación. Repito que cometí un error del que estoy arrepentido. Mi formación como médico veterinario, aunque sea para ver animales, es para preservar vidas, no para quitarlas, y eso también vale para los seres humanos. Hoy preferiría que se metan a mí casa a robar, pero no volvería a disparar, ya que una vida no se repone.
La Fiscalía dijo que usted intentó salir del país semanas antes del juicio. ¿Pretendía evadir la justicia?
Eso no es cierto. Nunca pensé en fugarme. La verdad es que desde el 2008 –mucho antes del problema con el menor– estaba haciendo gestiones para una nueva beca en Brasil para sacar una maestría. Para completar trámites, viajé a Brasil en diciembre del 2010, cuando la causa penal en mi contra estaba abierta. Yo había decidido comparecer, y tan es así, que mis hijos quedaron en San Carlos.
Pero usted intentó viajar nuevamente en marzo del 2011, a pocas semanas del juicio.
Pero lo que no se ha dicho es que yo debía volver a Brasil en ese mes a confirmar la beca. Alguien con mala intención llamó a la Fiscalía para afirmar que mi plan era esconderme en Brasil, y eso nunca pasó por mi mente.
¿Le pidió a su amigo y colega, el diputado Manrique Oviedo, que gestionara el indulto?
Si alguien conoce a Manrique, soy yo. Es mi amigo de la infancia, fue mi jefe durante muchos años y, por eso mismo, nunca le solicité que me ayudara. No lo hice, sabiendo que, pese a esa relación, habría dicho que no. Oviedo es un hombre de principios muy arraigados.
Entonces, ¿de quién fue la idea de solicitar el perdón?
De un grupo de productores de leche liderado por otro amigo: Rolando Quesada, quien me autorizó a revelar su nombre. En enero, cuando me confirmaron la condena, él me pidió que escribiera una carta al entonces ministro de Justicia, Hernando París, explicándole mi caso. La redacté a mano y, luego, Rolando la pasó en computadora y, junto con otro documento de apoyo, iniciativa de otra amiga, ellos le pidieron al diputado Oviedo que la hiciera llegar al ministro.