Todas recordamos lo divertido que era ir llenando de monedas aquellos chanchitos de barro con la hendidura al centro. Pero, por más emoción que hubiera en pegarle el martillazo final e ir a gastar el dinero, lo importante era aprender a perseverar y tener paciencia para "alimentar" a la simpática mascota de cerámica.
Regalarle esa alcancía a un hijo es un excelente paso inicial para enseñarle a ahorrar. En Davivienda tienen a disposición del público unas alcancías en forma de casita, que se convierten en el primer contacto de los niños con el mundo financiero.
Existen otras prácticas que pueden estimular el hábito del ahorro entre los más pequeños de la casa.
- Hay que ayudarles a responder la pregunta "¿para qué quiero ahorrar?". Deben entender que los papás no están obligados a complacer hasta el último de sus caprichos, y algunas cosas las pueden (o más bien deben) tratar de obtener por su cuenta.
- La meta debe motivar al niño, no a los padres. Por ejemplo, es probable que le resulte más valioso un juguete que una prenda de ropa.
- Es conveniente explicarles la diferencia entre querer algo y necesitar algo. Si tienen unos patines en buen estado, ¿de verdad hace falta que se empeñen en obtener los de último modelo? Es un pregunta valiosa que se hacen todos los adultos con buenos hábitos financieros, y se aprende desde pequeños.
- Aparte de que sea una meta muy realista y acorde con su universo, el plazo también tiene que ser motivante y razonable. Varios años más adelante, un objetivo aceptable puede ser comprar una casa (con préstamos de 20 o 30 años), pero a los niños les parecerá demasiado lejano. Es bueno empezar pensando en algo que se pueda conseguir en unos meses, y conforme crezcan ir ampliando esa ventana.
- Una buena doble lección es darles alguna recompensa cuando hacen un trabajo extraordinario en la casa (no las tareas habituales que deben cumplir siempre, como arreglar el cuarto, sino algo más complejo) y de una vez aconsejarles cómo guardar una parte. Así, aprenderán el valor del trabajo y el esfuerzo, y al mismo tiempo aprenderán a ahorrar.
- Enséñeles a llevar el control de la meta; es decir, que conozcan a cuál ritmo se va acumulando el dinero y aprendan a manejar la ansiedad de verse cerca de la meta.
- Hay que manejar las tentaciones de gastar todo de una vez, o bien olvidar el objetivo principal. Una escapada al centro comercial el fin de semana puede echar a perder meses de disciplina. Ahorrar también produce satisfacción.
- No hay nada más valioso que dar el ejemplo. Si los papás piden austeridad, pero cada quincena sucumben sin restricción a las tentaciones de una vitrina, les estarán dando un mensaje contradictorio a sus hijos.